reportaje

Deberes para la accesibilidad

Usuarios de silla de ruedas ponen un "cinco raspado" a la ciudad, en cuestión de adaptabilidad. El uso de rampas en el transporte urbano, el rebaje de aceras y el acceso a los baños públicos, entre sus quejas.

Manolo Novoa utiliza silla de ruedas desde hace quince años. En un paseo por el centro de la ciudad, acompañado por su asistenta personal, Rosa Calviño, admite que Ourense ha mejorado mucho en cuestión de accesibilidad, pero considera que "aínda queda moito por facer". 

Comienza el recorrido con salida desde la Praza Maior, dirección rúa do Paseo. Relata que la mayoría de los comercios no están adaptados para usuarios de silla de ruedas, mientras señala a izquierda y a derecha a su paso por Lamas Carvajal. La entrada a los jardines del Padre Feijóo no está adaptada, por ejemplo. Y la historia se repite prácticamente en el medio kilómetro de recorrido. "Eu aínda teño sorte porque podo baixarme da silla para dar uns pasos -señala un escalón-, pero teño compañeiros que non poden facelo", se queja Manolo. 

Unos pasos más adelante se detiene ante el escaparate de una tienda de marca deportiva. Un cartel anuncia: "Acceso con rampa a personas con movilidad reducida. Solicítelo en caja". "Pero es que para llegar al punto de cobro tiene que sortear el escalón", apunta Rosa, que le ayuda en su rutina diaria desde hace casi tres años. Se trata de una solución que no sirve para los usuarios de silla de ruedas, que dependen de otras personas para poder solicitar la rampa. Manolo se afana en explicar que lo ideal sería que los comercios tuviesen la rampa ya incorporada, "que non fosen de quita e pon, pero escúdanse en que non poden poñela por cuestións de Patrimonio".

Avanza pocos metros hasta volver a interrumpir su marcha. En esta ocasión, ante el cajero de una sucursal bancaria. Estira el brazo y comenta: "Unha persoa en cadeira de rodas non chega". 
Los baños públicos del parque de San Lázaro también son foco de sus críticas. A ellos solo se accede mediante unas escaleras.Pero es el transporte público el que protagoniza las quejas de Manolo, pese que lo utiliza en contadas ocasiones. "Rara vez consiguen acercarse a la acera para desplegar la rampa, y eso es una gran limitación para los que vamos en silla de ruedas". 

Con todo, Manolo pone un "cinco raspado" de nota a la accesibilidad de la ciudad. Cuenta que el centro "non está tan, mal, hai máis problemas na periferia". Se refiere a los barrios como el suyo, el de A Milagrosa, cuyas aceras, pese a contar con el rebaje normativo en los pasos de peatones, dificultan su circulación.

La visión de Cogami 
Luisa Miranda, técnica del área de accesibilidad de la Confederación Galega de Persoas con Discapacidade (Cogami), lo tiene claro: "No se trata solo de cumplir la normativa, sino de que sea práctica para el usuario". Explica que las aceras guardan dos centímetros de altura "por temas de aguas, pero esos dos centímeros son suficientes para tropezar".

La técnica de Cogami comenta que la accesibilidad debería ser transversal a todas las concejalías, no solo materia de Urbanismo, "porque la adaptabilidad se rompe con los jardines o con el tráfico, por ejemplo".
Con todo, hace hincapié en que desde el Concello se trabaja en la dirección correcta en materia de barreras arquitectónicas. "En Ourense se intentan hacer las cosas bien". 

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