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Démosle una oportunidad

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"El futuro y el horizonte de los jóvenes lo marcan las experiencias del presente que compartimos"

Sí, soy profesora de Historia y sí, estoy orgullosa de serlo. Sí creo, que desde las aulas se puede mejorar este mundo en el que nos ha tocado vivir. La experiencia me ha demostrado que trabajar con adolescentes es una dádiva impagable.

Por los pupitres de mis clases han pasado miles de alumnas y alumnos con los que he vivido multitud de experiencias. Hemos descubierto el fuego durante gélidas mañanas de invierno, hemos recorrido Europa a lomos de corceles para batallar por la conquista de Constantinopla, traqueteado sobre raíles a través de la estepa Siberiana para aproximarnos a las puertas de las Revoluciones Rusas, vivimos los campos de concentración con pijama de rayas, sobrecogidos por la irresponsable responsabilidad de dirigentes que condujeron a sus sociedades a tal barbarie...Ellos se aventuran al mundo a través de mis ojos y yo descubro el suyo, día a día, a través de sus pensamientos.

Todavía no tengo claro quién ha aprendido más de esta experiencia, si ellos de mí o yo de ellos. Durante cincuenta minutos nuestras mentes generan sinergias, ellos crecen personalmente y adoptan actitudes críticas para sus vidas y yo renuevo mi pensamiento adulto con sus valores de solidaridad, compañerismo, autenticidad y entrega en los que se manejan. Soberbia vivencia. Con cada aula, con cada discente percibo que trabajo con sueños, ingenio, talento... y eso, no tiene precio.


Experiencias vitales


Su futuro, su horizonte, lo marcan las experiencias del presente que compartimos. Un presente marcado por tiempos difíciles. Ellos nunca vivirán nuestras infancias de callejeo continuo, tardes de juegos interminables, meriendas con chorizos caseros, comidas entre semana sin prisas, horas eternas de charlas en portales que escuchaban en silencio nuestras trastadas infantiles... Sus experiencias de infantes están marcadas por el reloj, la hiperprotección, la sensación de inseguridad... Es por estas razones, entre otras, que cuido con esmero el trato que doy a mis “cachorros”, no solo con alimento para sus neuronas sino también para su corazón.

He trabajado con adolescentes del entorno rural y del urbano, en zonas del interior y de la costa gallega y de todos y cada uno de ellos llevo algo impregnado en mí. Detrás de cada uno hay una “historia”, tan importante o más que la que yo traslado. Historias de su entorno, de sus familias, de sus pueblos y villas, de sus amistades, de sus sentimientos, de sus dificultades, de su día a día. Sus experiencias se entrelazan con la mía y juntos intentamos construir un mundo mejor, una sociedad plena y crítica en la que ellos son los protagonistas y yo, simplemente el guía. Siempre me veo sorprendida por su lucidez y su intuición, por la percepción rápida que poseen de los contenidos a los que nos aventuramos en cada sesión.

¡Qué decir de nuestros viajes! La eterna Roma, donde recorrimos en bicicleta  lugares que nunca olvidaremos. Florencia y su David, en la que Miguel Ángel nos inundó las retinas con su sublime capacidad artística. Berlín, donde azorados y sobrecogidos recorrimos historia viva a través de su barrio judío y sus campos de concentración, que abandonamos sin mirar atrás, con el alma encogida. Paris, con su cabeza de guía, Notre Dame, todavía intacta, que nos acogió con la misma protección que otorgaba a sus fieles en siglos pasados. La hermosa Compostela que nos permite, año tras año, recorrer sus tejados para sumirnos en meditación trascendente, todo ello sumado a un largo etcétera de momentos entrañables que formarán parte de los hitos de nuestras vidas.

Me quedo con su alegría a las 8 de la mañana, su vitalidad, su empatía, sus ganas... En mis recuerdos siempre estará Víctor, el adolescente rebelde de mirada inquisitiva (hoy, a punto de ser matemático), la sensibilidad de Cristina (futura médica), la intuitiva Elisa (escritora de hermoso verso), el canturrón de Jacobo (tenor de voz melodiosa), Sara, princesa Griselda (periodista con alto potencial), Alba, Lorena y un interminable listado de nombres que mi cabeza rememora, de cuando en cuando, con infinito cariño y gratitud.

Son nuestro mañana, de ustedes y de esta humilde docente. De ambos, depende que sea el mejor que podemos regalarle. Por mi parte, invertiré lo mejor  para que sus/mis hijos reciban la Educación que merecen acorde al futuro que deseamos para ellos.

Gracias por permitirme y confiar la formación de sus/ nuestros adolescentes.

Sean optimistas, tenemos algo Grande entre las manos. Démosles la oportunidad de demostrarlo.

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