DIA INTERNACIONAL DE LA MUJER

"Al deporte rosa le queda poco"

Colomo, Sanmartín, Rodríguez, Kruse, Montes y Álvarez posan en la calle del Paseo.
photo_camera Colomo, Sanmartín, Rodríguez, Kruse, Montes y Álvarez posan en la calle del Paseo (MARTIÑO PINAL).

Seis deportistas ourensanas de distintas modalidades analizan la evolución, el presente y también el futuro del deporte femenino

El deporte femenino empuja sin descanso buscando su sitio y Ourense es buen termómetro para calibrar la evolución, la presencia y el reconocimiento con el que convive. Seis deportistas ponen voz al presente de sus respectivas modalidades. Ourensanas de nacimiento unas y de adopción otras. Competidoras individuales y de deportes colectivos. Jugadoras y entrenadoras. Un abanico amplio para entender un poco mejor qué y cómo vive el deporte femenino ourensano. Una colección de méritos y medallas, pero ninguna de ellas es profesional. Ahí empieza el problema.

"Mi trabajo es la música, la percusión, y he tenido que pedirle permiso a mi entrenador para acostarme tarde este viernes y para no ir a entrenar porque tenemos una actuación". Lo dice la capitana del Ourense Envialia, el campeón de la Copa de España de fútbol sala hace dos temporadas, Marta Rodríguez.

El fútbol no admite competidores y el femenino no deja de crecer en cantidad y calidad. Marta comenzó jugando en el Velle: "Recuerdo el primer reportaje que me hicieron, lo titularon "Ella juega sola". Por suerte mis padres me han apoyado siempre y ahora el fútbol femenino ha crecido mucho".

Quizá no tanto como debería. En Ourense solo hay un equipo, el recién fundado Rosalía. Allí juega en el primer equipo y entrena a la base Isis Sanmartín. Lo compagina con su trabajo de educadora social: "Empecé en Santiago y era un deporte muy masculinizado. Mis padres y los de muchas estaban deseando que cambiásemos e hiciésemos otro deporte. Sigue habituando mucho estigma, aunque hemos avanzado mucho".

El voleibol quizá no haya tenido que luchar con esas barreras injustificables que han tenido y tienen otros deportes. Rebeca Kruse llegó a Galicia precisamente para jugar en una liga profesional, en Monforte de Lemos. Ahora vive en Ourense y compagina el Aceites Abril, con dos hijos -uno ourensano- y las clase de inglés que imparte. Su enfoque es el más optimista del grupo: "A lo de niño azul y niña rosa no le queda nada. La sociedad está conciencia de que tan bonito es ver un partido de voleibol masculino como femenino. El voley playa nos ayuda mucho a dar más visibilidad al voleibol. Todos los que jugamos a este deporte hacemos las dos modalidades, el hermano mayor y el menor. Es el que más entradas vende para las olimpiadas y más aún el femenino. De esa influencia nos aprovechamos mucho los de pista".

Va incluso más allá y pone a Ourense como ejemplo a seguir: "Hay muchas campañas de concienciación y de promoción para ayudar al deporte femenino y eso se está notando. En Ourense estoy super contenta porque las instituciones nos apoyan un montón y las empresas locales también. Eso es algo que antes de llegar aquí, a Ourense, no había notado tanto".

El polo opuesto son los deportes de fuerza y la haltera Lidia Valentín es clave para hacer saltar por los aires cualquier estereotipo. En casa, Andrea Montes es, sin duda, una de las referencias: "Veo mucha desinformación en la gente y por eso todavía cuesta acabar con los estereotipos. Si levantas una barra parece que te vas a convertir en un hombre. Estaría bien informar un poco más para erradicar la imagen de que una mujer que practica deportes de fuerza es menos femenina". Incluso habla de beneficios específicos: "Hay estudios que demuestran que la práctica de deportes de fuerza vienen muy bien para regular los ciclos menstruales".

Empezó en el crossfit, "que ha ayudado mucho a normalizar los deportes de fuerza entre las mujeres" y "a la competición llegué de rebote, porque siempre digo que sí. La verdad es que me metí en un buen fregado y visto ahora es una de las mejores cosas que he hecho".

El músculo del baloncesto femenino ourensano se debilitó con la pérdida de los dos referentes en la Liga Femenina 2, el Pabellón y el Carmelitas. María Álvarez, ahora entrenadora del Campus, vivió esas temporadas gloriosas e "incluso entonces cualquier cosa que hacía el COB siempre tenía mucha más relevancia que lo que hacíamos nosotras". Quiere pensar en positivo y asegura que "la situación del baloncesto femenino ha mejorado enormemente, pero tengo claro que para lograr que esto igual todavía nos queda alguna generación".

Cristina García Colomo ha visto competir a muchas de sus compañeras de página. No hay disciplina deportiva que no le guste y son muchas en las que destaca. Nació en Astorga, pero lleva toda la vida en Ourense.

Si echa la vista atrás, lo que cuenta suena a deporte en blanco y negro. Y no hace tanto: "Antes había deportes de hombres y deportes de mujeres. Estabas encasillada. Antes cualquier deporte no era considerado femenino y te miraban raro si te veían practicándolo".

Ha vivido una evolución que considera "enorme. Es una barbaridad lo que ha crecido el deporte femenino. Solo hace falta ver cualquier competición popular de todas las que se disputan en Ourense y ves que somos igual más mujeres que hombres".

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