Reportaje

Días de silencio en la Ribeira Sacra

Vistas desde el Mirador de Cabezoás, en el municipio de Parada de Sil, en el corazón de la Ribeira Sacra. (Fotos: Miguel Ángel)
photo_camera Vistas desde el Mirador de Cabezoás, en el municipio de Parada de Sil, en el corazón de la Ribeira Sacra. (Fotos: Miguel Ángel)

Este 2020 debería ser un año de récord de afluencia de visitantes, pero la crisis sanitaria del coronavirus dio un volantazo en seco en el mes de marzo. A la espera de conocer cómo será la desescalada, hosteleros y vecinos lamentan la dura situación.

Este 2020 iba a ser el año de la Ribeira Sacra. Su candidatura a Patrimonio de la Humanidad -ya a solo un peldaño de convertirse en realidad- auguraba meses de récord a partir de la Semana Santa, pero la crisis del coronavirus truncó las apuestas. El 14 de marzo, hoteles y restaurantes -que copan, en gran medida, la actividad económica de los municipios- bajaron la persiana, el catamarán del Sil atracó por última vez y los vecinos se quedaron confinados en sus casas.

"Matou todo aquí, todo", asegura Pepe Castro, desde la puerta de su supermercado Onda, frente al edificio consistorial de Parada de Sil. "Aquí somos catro gatos, se non é do turismo, de que imos vivir", se pregunta, mientras mira alrededor, en busca de algún vecino. El coronavirus vació las carreteras comarcales -que estos días solo usan, en su mayoría, furgonetas y camiones de mercancías-, los aparcamientos que solían quedarse pequeños y los miradores, tan buscados por los turistas.

"Es una pena ver el pueblo así de vacío, a estas alturas del año ya habría un montón de gente visitando la zona, pero así estamos. Ni siquiera puedes bajar y tomarte un café y hablar con alguien... Nada", comparte Marimar Quintana, vecina de Nogueira de Ramuín, que mira de reojo las calles en silencio de Luíntra. En el centro de la localidad, las terrazas de varias cafeterías continúan desplegadas sobre la acera, aunque nadie puede sentarse desde hace más de un mes.

Las gotas de lluvia cubren las mesas y las sillas, mientras, a lo lejos, se escuchan ecos de una conversación a gritos, entre una casa y otra. "La gente mayor se tiene que quedar en casa, y aquí hay mucha gente mayor, sola, que ni siquiera ve a sus familiares, claro", cuenta Quintana. Los pocos vecinos que circulan por la calle se encuentran frente a la farmacia y las tiendas de alimentación, y se saludan manteniendo la distancia de seguridad.

"Os primeiros días aquí comprouse de todo, nunca vira tal cousa. Notábase que a xente estaba facendo acopio de comida para gardala, que había moita preocupación polo que ía pasar, foi tremendo. Logo, co paso dos días, tranquilizouse a cousa, e menos mal", aseguran desde el supermercado, uno de los puntos con mayor actividad de estos días. Una mampara de plástico separa la caja de los clientes, para evitar un posible contagio.

Pepe Castro muestra un barquillero que atesora en el interior de su bar. (Foto: Miguel Ángel)

"Para os negocios a Semana Santa sempre é unha época moi boa e claro, o do coronavirus foi un golpe moi forte. Agora a ver que pasa co paso das semanas, como vai sendo a cousa. Se no verán aínda non pode viaxar a xente, por moito que os restaurantes poidan abrir as portas, non vai ser o mesmo, nin parecido. Que fas, unha comida ao día para algún veciño? Non é unha situación sinxela", añaden.

“Os novos non queren quedar"

El desarrollo del sector turístico ha traído nueva población a la zona, que se mueve atraída por la tranquilidad y la calidad de vida. Los municipios han comenzado a rehabilitar casas derruidas -la Xunta abrió recientemente una convocatoria de ayudas para restaurar inmuebles en la Ribeira Sacra–, y muchos son los que piensan en mudarse o apostar por el alquiler de viviendas a turistas.

Ahora, "el bicho" siembra incertidumbre.  "A cousa non é xa o dano que está facendo, senón o que queda por diante. Como van abrir os restaurantes? Eu teño varios restaurantes, varias casas de aluguer... Eu creo que as cousas xa non volverán a ser como antes", asegura Pepe Castro.

Su supermercado de Parada de Sil se mantiene abierto para atender a los vecinos, pero señala que apenas tiene ventas desde el inicio del confinamiento. "Aquí non queda xente nova, os novos marchan. Dos meus tres fillos, agora mesmo só un está no pueblo, e pouco hai durar. Prefiren vivir na cidade, porque o que ganas pola mañá no traballo pódelo gastar despois, pola tarde", opina Castro, que reflexiona sobre la nueva población. "Non temos tantos veciños novos. Agora están construíndo unha gardería, pero é que non hai rapaces. O que precisamos é que veñan traballar máis xente de fóra aos negocios que hai aquí, e que se queden a vivir. Senón, nun tempo xa non hai ninguén aquí", añade.

La trastienda de su supermercado, en Parada de Sil, es un pequeño bar en el que estos días, a falta de clientes, prepara un pequeño museo de curiosidades. Entre otros objetos, guarda un tradicional barquillero –símbolo del municipio–. Además, es el guardián de la llave de la capilla de San Ramón, en la que se esconde un gran belén hecho a mano por un vecino del pueblo.

"As cousas bonitas haberá que ensinalas, digo eu, aos que veñen de fóra. O feo escóndese, pero do bonito hai que presumir", explica. Ávido de turistas, Castro relata el origen del nombre "Balcones de Madrid", el mirador más sonado de la Ribeira Sacra. "Non é tanto ter clientes o que boto de menos, coma ter conversación con alguén", reconoce.

En el centro de la localidad, el estanco/tienda se convierte ahora en el foco de la actividad. A su lado, cuatro restaurantes, con la persiana bajada, dan cuenta del alcance económico de la crisis. "Non só é esta situación, que está claro que aquí é difícil e vai custar recuperar a normalidade, senón a xente que está mal de saúde", explica una vecina del municipio.

Un hombre, ataviado con su mascarilla, entra en un supermercado de Nogueira.(Foto: Miguel Ángel)

Frente al Homenaje al Barquillero, varios perros pasean con tranquilidad entre las calles silenciosas, otrora plagadas de turistas y vehículos. El camino hacia los Balcones de Madrid, precintado desde el inicio del estado de alarma para evitar paseos indebidos, también reduce su habitual trasiego al de los animales salvajes que se mueven por la zona.

"Que pase todo dunha vez"

Los vecinos, conscientes de que la realidad del mundo rural es diversa de la de las ciudades, agradecen el confinamiento cuando va acompañado de una pequeña finca con huerta. "Eu vou plantar agora algunha cousa, e bueno, vou pasando o tempo así", explica Josefina.

A ella, la crisis del coronavirus la pilló en Parada de Sil, por los pelos. "Viñemos a un enterro neses días, para o 11 de marzo, e cando todo comezou, estabamos aquí. Por min mellor, claro, antes que quedar confinada no piso de Ourense... Aquí é outra cousa, sales pola finca e xa paseas, dache o aire fresco... O único, o pelo, a ver cando abren as perruquerías", bromea. Tanto ella como su hermano Antonio se lamentan de la irrupción de la crisis en el desarrollo de su municipio, y esperan que la situación golpee lo menos posible a los negocios de la zona.

"É unha pena, este ano esperabamos a moitísima xente, co tema da candidatura... Bueno home, non chega ser polo coronavirus e está isto de bote en bote. Unha auténtica mágoa para todos", reconoce Antonio, mientras llama a su perro, que intenta escaparse con disimulo. "Este eche moi bó, sempre se vai cos turistas que pasan por aquí a primeira hora, fai a ruta con eles e despois volve. Agora bota de menos alguén con quen pasear". 

León, el perro de Antonio y Josefina –en segundo plano de la imagen–, observa al fotógrafo, ayer en Parada de Sil. (Foto: Miguel Ángel)

El mañana

La Diputación de Ourense, así como el Consorcio de la Ribeira Sacra y las administraciones locales, trabajan ya en el día después. Precisamente ayer, el ente provincial celebró la primera reunión del Consejo Asesor de Turismo, que acuñó el lema "Ourense, destinto seguro".

El Consorcio publicó los resultados de un análisis realizado a más de medio centenar de empresas de la zona, que invierten su tiempo en idear estrategias promocionales para salir de la crisis. "Non nos podemos relaxar, é unha situación completamente nova para todos", asegura Aquilino Domínguez, alcalde de Parada, que defiende que la situación de este verano puede jugar a favor de la Ribeira Sacra.

"Seguramente a xente escapará das aglomeracións, e é un momento idóneo para vir aquí. Hai moito espazo, moito espazo para andar e estar tranquilo", explica. El alcalde de Nogueira de Ramuín, José César Parente, por su parte, pone el foco en la "colaboración" entre agentes públicos y privados: "Non é momento de ver cores políticas, senón de traballar todos a unha para conseguir saír adiante o mellor posible. Somos conscientes de que o turismo vai ser o último en abrir, pero estamos atentos para traballar no día seguinte".

Te puede interesar