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Dietas milagro: malas soluciones

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photo_camera Los batidos sustitutivos se incluyen a menudo en las dietas milagro.

La nutricionista Marisol López explica los riesgos de las llamadas dietas milagros

Desafortunadamente es bastante habitual que al pasar el verano se dé el pistoletazo de salida a las fórmulas de adelgazamiento rápido con las “dietas milagro”. Surgen en esta época dietas variopintas, que lejos de promocionar una alimentación sana y equilibrada, y la práctica de ejercicio físico, prometen pérdidas de peso rápidas con el mínimo esfuerzo, poniendo en riesgo la salud.  

En general, estos planes de adelgazamiento se caracterizan por la eliminación de un grupo de alimento o nutriente acompañado de una restricción calórica importante (menos de 800 kcal/día). Son programas muy severos en energía, cercanos peligrosamente al ayuno y que en la mayoría de los casos no logran mantener una distribución adecuada en el aporte de los principios inmediatos (proteínas, hidratos de carbono y lípidos). 

El desequilibrio energético y protéico derivado de este tipo de dietas es incompatible con un buen estado nutricional. Resulta peligroso para la salud no alcanzar los requerimientos nutricionales, ello puede originar estados de desnutrición ó déficit de diferentes tipos de elementos, (vitaminas y minerales) favoreciendo la aparición de osteoporosis y de trastornos en la coagulación sanguínea, por ejemplo. Además, una ingesta calórica inadecuada puede empeorar el riesgo cardiovascular de pacientes, inducir cambios en el metabolismo energético que produzcan “resistencia” a la pérdida de peso y favorecer la aparición de trastornos de la conducta alimentaria, entre otros riesgos.  

Por si esto fuera poco, la pérdida de peso inducida por las “dietas milagro”, se realiza mayoritariamente a expensas de la masa muscular y no del tejido adiposo. Esta “falsa” disminución de peso conlleva una consecuencia especialmente negativa, que es la destrucción de un tejido protector (de huesos y articulaciones) muy activo metabólicamente. Esta situación agrava a su vez otro problema añadido, el temido “efecto rebote”, esto es, la tendencia exagerada de recuperación del peso, con mecanismos activados por el propio ayuno, (aumento del apetito y ahorro de energía) a lo que se enfrentan muchas personas cuando regresan a su alimentación habitual. 

Adelgazar no es un proceso ni fácil ni rápido. Requiere una estimación acertada y ajustada a las necesidades nutricionales y a las características de cada individuo. Acudir a un profesional que establezca, guíe y controle un plan de adelgazamiento personalizado, contribuirá a que los resultados puedan mantenerse en el tiempo y evitará efectos perjudiciales para la salud.

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