Opinión

El dilema de Sánchez

Por lo general no me calza la conformidad con las posiciones de Podemos. Tengo aversión al sesgo narcisista-leninista del hoy vicepresidente del Gobierno, Iglesias Turrión. Sin embargo, no negaré que está en la lógica de la política, incluso en la lógica de las cosas, su apuesta por el preferente acercamiento del Gobierno a ERC en la elaboración de los PGE de 2021.

Es coherente recostarse sobre la mayoría parlamentaria que otorgó la investidura a Pedro Sánchez a principios de año para gobernar en coalición con UP. ERC no votó a favor. Se abstuvo, pero su abstención fue decisiva para el segundo salto del líder socialista a Moncloa. Y es lógico que ahora, tal y como desde el propio Gobierno reclama Iglesias, el partido de Oriol Junqueras sea interlocutor preferente respecto a Ciudadanos, que votó "no" en la investidura de Sánchez.

Eso no significa necesariamente que la cortesía parlamentaria se haya impuesto a la afinidad política. No en el caso de Iglesias, aunque sí pudiera explicar que Sánchez haya asumido ese protocolo (primero, los afines) en medio de su descarado cortejo a Cs para incorporarlo a los "presupuestos de la reconstrucción", mientras que Iglesias ha dado sobradas pruebas de que una foto del alineamiento presupuestario con Inés Arrimadas le resultaría insoportable.

La voluntad de diálogo en nombre de las fantasías unitarias de Moncloa (intentarlo con todos) chocará antes o después con la palmaria incompatibilidad entre ERC y Cs, por no hablar de la que existe entre UP (Gobierno) y Cs. Vista a la derecha o vista a la izquierda. Ese es el dilema de Sánchez, a sabiendas de que Bruselas saludaría la apuesta por Cs, bien sintonizada con las exigencias europeas que harán más fluida la absorción de los fondos europeos para la reconstrucción del tejido productivo (140.000 millones de euros en seis años).

Lo demás es caldo de tertulia enriquecido por tres fogonazos en el minuto y resultado de la política nacional. Primero, referencia de Sánchez a la foto de Colón (Cs-PP y Vox), que incomoda a Inés Arrimadas. Segundo, avance hacia la dichosa "mesa de diálogo" exigida por ERC. Y tercero, repicado anuncio de que el Gobierno reformará los delitos de rebelión y sedición.

¿Significan realmente que Moncloa ha optado por abandonar la vía de Cs y en favor del "bloque de investidura" para alumbrar los PGE? No sería una buena noticia. Si la incertidumbre es la peor enemiga de inversores y los empresarios, llamados a reactivar la maltrecha economía nacional con la ayuda de la UE, defenestrar a Cs para incorporar a ERC, con la vista puesta en el encamamiento de socialistas y republicanos en Cataluña, sería una fuente de males para la reconstrucción del tejido económico y político del país.

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