Cartas al director

Dirigido al ministerio de Igualdad

n n n Yo, Miguel Ángel Carrera Abelleira, arriesgándome a que me tachen de machista lo digo públicamente; pues ya está bien de tabús ideológicos y temas intocables que hacen fuertes a seres repudiables, que abanderándose en realidades dolorosas las ordeñan para sacar provecho político. 

De siempre me había parecido que a los de Podemos les faltaba un hervor. Está claro que no solo los extremismos de derechas se pierden dentro de palabras como igualdad, pues ninguno entiende su significado. La primera medida de la ministra de Igualdad es poner exclusivamente a mujeres en los altos cargos de su ministerio. De haberlo hecho sin hacerlo público y notorio podríamos haber pensado que serían todas esas mujeres las personas más adecuadas para los puestos y la cuestión habría pasado inadvertida, pero al anticipar a lo bocachancla una discriminación por sexo, la convierten en la persona más desacreditada para estar al frente de un ministerio que se dice llamar de Ogualdad. 

Para muchos la igualdad es un santo grial que hay que preservar a toda costa. Para este personaje que se ha encontrado una cartera regalada no es más que una manera de trepar. 

Me considero un feminista de toda la vida, hasta el punto que pienso que la inteligencia pragmática de la mujer supera a la del hombre. En los puestos de poder públicos y políticos deberían como mínimo sobrepasar esa mitad porcentual, pero un porcentaje escrito a dedo es hundir el prestigio de los verdaderos feministas, hombres y mujeres. Una medida de tal calado es tan machista en su concepción, que lo único que puede conseguir es que la ciudadanía que de verdad cree en la igualdad, empiece a tomar al feminismo por un reducto xenófobo que odia a los hombres. 

La igualdad deja de ser igualdad en el momento que jerárquicamente se imponen criterios sexuales anteponiéndolos a la validez de las personas, y eso es válido en ambos sentidos; por eso señora ministra se le llama igualdad.