Opinión

Don Silvio F. Bastos, el pintor del Ribeiro

Retrato de don Silvio Fernández Bastos.
photo_camera Retrato de don Silvio Fernández Bastos.

A lo largo del pasado invierno, en el Centro Cultural de la Diputación se celebró la muestra titulada Arte Privada en Ourense. En dicha exposición, que abarcó desde el s. XVI al s. XX, su comisaria, Ángeles Fernández, rastreando por colecciones particulares, logró reunir 64 obras de 42 autores representativos de las corrientes artísticas de la época que les tocó vivir. De este modo tuvimos la ocasión de admirar, entre otros, lienzos de Bassano, Esquivel, Fortuny, Alexis Perignon, Carlos de Haes, Sorolla y Salvador Dalí, junto a esculturas de Benlliure y Asorey.

Fue también una magnífica ocasión para congregar a artistas de la tierra como Pérez Villamil, Sotomayor, María Corredoira, Castelao y Laxeiro, compartiendo espacio con dos de los integrantes de la Xeneración Doente, Parada Justel y Ovidio Murguía, quienes enfermos do mal do peito fallecieron muy jóvenes, frustrando así las esperanzas que sus contemporáneos tenían puestas en ellos. 

Junto a estos últimos figura Silvio Fernández Bastos quien tras su sólida formación en la Academia de Bellas Artes de Madrid, las clases en el estudio de Madrazo, su paso por París en contacto con las vanguardias y la estancia de cuatro años en Roma becado por la Diputación ourensana, lo que le valió el unánime reconocimiento de crítica y público hacia su obra con el consiguiente estado de prosperidad del que disfrutó a lo largo de sus 78 años de vida, está incluido por algunos historiadores, en tan infortunada generación.

Fernández Bastos, nacido en Santiago, vivió tras su formación académica la mayor parte de su vida en Ribadavia, donde residía su familia. La prensa local nos da cuenta de sus obras relacionadas con la villa. El Vendaval (1884) informa del encargo que el ayuntamiento le hizo al joven pintor reputado en varias exposiciones, para que pinte el telón de fondo de nuestro coliseo. Años más tarde El Obrero (1891) comunica que el Casino, sito en la Plaza Mayor, le encargó un retrato al óleo del juez Funes, fundador y primer presidente de la entidad, al afamado artista don Silvio. Y el padre Samuel Eiján, en su imprescindible Historia de Ribadavia, relata que la directiva del Ateneo madrileño, le encargó la realización de un retrato del teólogo ribadaviense Tomás de Lemos, quien figura en España en el número de los sabios de primer orden; y como tal se ha concedido a su retrato un puesto de honor entre los que decoran el salón de actos de dicha entidad.  

La prensa nacional, el Almanaque Gallego de Buenos Aires, y los semanarios ribadavienses, se hacen eco de su actividad artística y reseñan puntualmente su asistencia a las sucesivas exposiciones nacionales que se celebraban en Madrid. Fue en 1881 cuando presentó Torquemada ante los Reyes Católicos, sin duda una de sus obras más conocidas por los ourensanos ya que durante años ocupando todo el frente, estuvo colocada en la escalera principal de la Diputación.  

En 1890 El Album Literario participa en un sentido obituario el fallecimiento en su posesión de Vimieiros (Ribadavia) del integérrimo e ilustrado exmagistrado d. Manuel Fdez. Bastos padre del notable pintor don Silvio Fernández (…) Siendo a partir de esta fecha cuando fija definitivamente su estancia en Ribadavia, solicitando al ayuntamiento que lo declare vecino de este distrito.

Es entonces cuando sin abandonar los pinceles, se dedica al cultivo de sus viñedos en O Ribeiro, y en el hebdomadario El Obrero se anuncia Silvio Fernández. Representante de Abonos Pujolá, para viñas, huertas y frutales. Paralelamente intervendrá en los movimientos agrarios de Acción Gallega luchando contra el fraude en el vino, y formando parte en la organización de la Asamblea Agrícola Gallega que en 1912 se celebró en Ribadavia.

Alejado de los cenáculos artísticos conservó la amistad de Sotomayor quien infructuosamente, intentó convencerlo para que se estableciera en Madrid donde, afirmaba, tendría el éxito asegurado. Sin embargo don Silvio, convertido en afanoso viticultor pero fiel a su vocación artística, hizo del Ribeiro, su paisaje y sus gentes el leit motiv en los lienzos de su última y fructífera etapa  que remataría con su fallecimiento en 1937. El pasado diciembre. en las visitas guiadas que la Asociación de Amigos del Museo realiza al cementerio ribadaviense, la guía se detuvo ante la tumba de don Silvio para glosar su figura, tras lo cual la concurrencia, unánime, manifestó el total desconocimiento del artista y su obra.

Hoy transcurridos 83 años desde el óbito del pintor, su obra olvidada por el público y la crítica, necesita una puesta al día para situar en el lugar que le corresponde a tan importante artista, el cual, tras culminada su formación, recibió en revistas y periódicos elogios y plácemes de Federico de Madrazo, Alcántara, quien lo compara con Rosales, la Pardo Bazán, Murguía y otros…

(Con mi agradecimiento a Enrique García Boente, bisnieto del pintor, por la información y fotografía facilitadas).

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