Se estima que afecta al 5% de la población española, unas 900.000 personas. En proporción de 10 mujeres por hombre y frecuente entre los 25 y 50 años
Hace años, incluso décadas, se presentó una clienta en mi gimnasio que necesitaba una terapia física para su enfermedad. "¿Sufro fibromialgia? ¿La conoces?", me preguntó. Fue la primera vez que escuché tal nombre. Gracias a su ayuda y mi curiosidad establecimos un humilde protocolo de trabajo.
Desde 1992, la Fibromialgia está reconocida por la Organización Mundial de la Salud, aunque hoy algunos médicos no lo tengan en cuenta. Se define como “una alteración crónica con dolor de origen desconocido, acompañado de fatiga y síntomas varios”.
Se estima que afecta al 5% de la población española, unas 900.000 personas. En proporción de 10 mujeres por hombre y frecuente entre los 25 y 50 años.
Síntomas y puntos gatillo
Su diagnóstico no es sencillo. Obliga a una exploración física y a una evaluación psíquica. Según las directrices del Colegio Americano de Reumatología, debe existir dolor por palpación en al menos 11 de 18 puntos gatillo bien definidos en el cuerpo, los cuales se encuentran entre la base del cráneo y las rodillas.
Existen unos 40 síntomas -fatiga general, trastornos del sueño, pérdida de apetito, depresión, caída del cabello...- que pueden conducir a su diagnóstico. O no. Ese fue el problema de aquella clienta, quien se sentía incomprendida por los médicos y su familia.
Tratamiento múltiple
Por suerte, tanto la fibromialgia como otras enfermedades asociadas son más reconocidas en la actualidad. Mientras los especialistas determinan su origen y -sobre todo- su curación, el tratamiento se asienta en varios pilares multidisciplinares: Terapia médica, terapia psicológica y terapia física. También es muy importante la comprensión de los demás. Los enfermos disponen en esta ciudad de una Asociación que les puede brindar información y respaldo.
En el ámbito que nos ocupa, dependiendo del paciente y de su nivel de enfermedad, el ejercicio físico se confirma como una magnífica medicina. Pero la dosis debe administrarla un profesional. No el doctor Google. No el Maestro Kameni, con sus ritos de Vudú. Tampoco la imponente Pilar Rubio, por televisión. Seamos serios ante problemas serios.