Opinión

El anuncio más esperado

A las diez y unos minutos de la mañana, el presidente Sánchez ha comparecido en la sala de prensa del Palacio de la Moncloa para anunciar solemnemente su decisión de convocar elecciones. Sánchez se ha hecho presente acompañado de un amplio despliegue de pompa y circunstancia y, aunque en principio se advirtió que se limitaría a dar lectura a una declaración institucional sin conceder tiempo para las preguntas de los muchos periodistas presentes en la cita, finalmente accedió magnánimo a ello y permitió que le fueran formuladas unas cuentas -cinco en total- que sirvieron, sobre todo, para que el personaje diera comienzo a su propia campaña electoral. Desde ayer mismo, se ha abierto la veda, como el mismo jefe de este efímero ejecutivo el más breve de la reciente Historia de España ha demostrado. El presidente ha utilizado esta comparecencia para presentarse como el adalid de la justicia social y la democracia, como el ejemplo del equilibrio y el diálogo, y como el único capacitado para resolver los múltiples estados de fricción que se amontonan en el escenario político nacional, entre ellos naturalmente, la ofensiva catalana. Los hechos han demostrado que Sánchez no solo no ha resuelto nada sino que lo ha puesto peor, pero eso le da igual. Ya estamos en campaña.

Habrá por tanto elecciones y están muy próximas porque entre el abanico de opciones que Sánchez ha manejado, ha preferido no dilatar la convocatoria y fijarla para el domingo 28 de abril en lugar de elegir el 26 de mayo que haría coincidir estas con las europeas y las municipales. Sánchez y su equipo de diseñadores electorales han supuesto que más vale aprovechar lo mucho o poco bueno que deja en los paladares la gestión de su equipo de Gobierno que dejar al candidato un mes largo de propina al pairo, sin capacidad de gobierno, sin objetivos que abordar, padeciendo las sucesivas crisis desarmado y expuesto a las inclemencias de una oposición que se afanaría en abrasarlo vivo hasta el último día posible.

Sánchez no tolera que se produzca disidencia -acaba de fulminar a dos de los socialistas más veteranos por llevarle la contraria- y mucho menos que la oposición se manifieste. Pero eso lo dirán las urnas que ya están en marcha. Ya era hora.

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