Diario de una cuarentena

El precio de la fama

 Woody Allen  (Foto: Archivo EFE)
photo_camera Woody Allen (Foto: Archivo EFE)

Como a todo "gran" escritor empiezan a surgirme problemas con mi legión de lectores (26 personas aproximadamente). Cuando mi columna va más por la rama sentimental, un amigo me escribe para decirme "estás bajando el nivel, no me ha hecho gracia", y si el relato es, por ejemplo, sobre mi noche de copas, mi mujer directamente me dice que "es malísima".

Creía que eso sólo me pasaba en mi profesión, donde si pido tiempo muerto es tarde para unos, pronto para otros o muy acertado para el resto. Y es que la toma de decisiones es algo tan complicado que la motivación principal no puede ser gustar o saber que van a pensar los demás.

Reflexionando sobre el tema me he dado cuenta de que estamos en una sociedad en la que la tecnología nos ha hecho bastante más esclavos de lo que realmente pensamos porque estamos sometidos a ella también psicológicamente. Las redes sociales se han convertido en ese "repetidor" del colegio que se mofaba del gafillas o del gordito de clase. Ahora cualquiera puede opinar y criticar sobre las actuaciones de otro, teniendo conocimiento o no, siendo este caso la inmensa mayoría de las veces. Para ello no hace falta más que un smartphone, mal carácter y un poquito de tiempo libre, normalmente quitado de alguna actividad que debería estar realizando.

En baloncesto existe una frase que dice que todos somos el mejor entrenador del equipo de otro y eso se puede extrapolar a nuestras vidas, somos excelentes sabiendo lo que deben hacer los demás aunque nuestras día a día sean un descontrol total.

También es habitual encontrarse con el que todo le parece mal, ya sea una cosa u otra. La típica persona tóxica que sólo se dedica a criticar lo que ve y le da igual contradecirse dos semanas más tarde defendiendo una postura opuesta con la misma vehemencia. Normalmente tienen conocimiento de todo y una opinión acertada que curiosamente es la única solución existente. Muchos de ellos trabajan de contertulios en programas de TV.
Por eso he escrito hoy sobre esto, para poder unificar opiniones y que todo el mundo piense, ¡¡¡vaya mierda has escrito hoy!!!

 "No conozco la clave del éxito, pero sé que la clave del fracaso es tratar de complacer a todo el mundo", dijo Woody Allen. 

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