Cartas al director

Elecciones

Nos guste o no tocan otra vez. Nos atraiga o no, volveremos a escuchar discursos cargados de conceptos como: “conservador”, “progresista” y “centro” como definidores de posiciones políticas. Palabras que no dicen nada y lo dicen todo, son ambiguas, transversales… Vehículo de mensajes solo comprometidos con la suerte de que toque blanco o negro en la ruleta del cumplimiento de compromisos.

Cuando uno se enfrenta a un nuevo juego electoral, se encuentra fundamentalmente con esas palabras y otras, pero fundamentalmente esas como orientadoras del voto. Y este es mi problema; ¿por qué me inclino? Si soy conservador en unas cosas y progresista en otras… Me gusta conservar nuestra Sanidad Pública como seña de identidad de algo bien hecho y que nos une vertical y transversalmente. Por esto soy conservador, podría poner más ejemplos.

Pero también soy progresista, pues me seducen las políticas públicas tendentes a buscar un desarrollo tecnológico que nos permita crear unas bases de crecimiento sólidas y novedosas. O por poner algo muy socorrido, que no quede ningún español sin una asistencia mínima que como persona merece.

Pero reconozco que decidirme por una posición u otra es difícil, ¿querrá esto decir que soy de centro?, alguna posición tendré que adoptar. Pero considerando que los de centro son un poco conservadores y otro poco progresistas, parece que es lógico adoptar esa postura, votar a quienes de forma transversal adoptan posiciones conservadoras o progresistas, de forma ambigua muchas veces pero con marcado sentido de autoridad, no poniendo en duda valores que a todos nos atañen, pero que manifestándolos con tal firmeza me recuerdan otros tiempos.

Eso de “centro” me perturba, tengo que buscar en mis raíces culturales más profundas para salir de mi duda. Pensando en que el centro es tibio, ni frío ni caliente, recordé la frase del Apocalipsis (uno de esos libros de la Biblia), que dice: “Porque no eres ni frío ni caliente te arrojaré de mi boca”. Y lo dijo Dios.

Esto aclara mis dudas pero no por qué se ha dejado de hablar de derechas e izquierdas, como si fueran términos políticamente incorrectos, cuando visto lo visto son términos nada vergonzantes, cargados de contenido e historia, producto de la vieja política y solamente confrontados cuando hay una mala praxis política. Una buena dirección política es la que hace de la síntesis, praxis.

Actualmente nombramos cosas sin definirlas, cultivando la supremacía de lo ambiguo. Por eso permítaseme definir a la derecha como el conjunto de teorías, organizaciones, opiniones y actuaciones que buscan poner al hombre al servicio de la economía. Y la izquierda lo contrario, poner la economía al servicio del hombre.

Y todo ello sin olvidar que sin producción, sin crecimiento, sin generación de riqueza, de nada sirven ni los progresistas ni los conservadores, ni las izquierdas ni las derechas. Pero ese ya es otro tema.