Opinión

“En el camino”

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Martes, 23 de junio

No todos, pero vamos encontrándonos los tertulianos de mi tribu. Ayer llegó Ángel, el profesor, entra eufórico y trae un misterioso sobre grande en su zurrón. Va y me espeta: “¿Recuerdas, alma perdida, el 29 de abril del pasado año en que te llevé de viaje?” Me quedo sorprendido y en silencio. No recuerdo nada. Se ríe y me dice: “¿No recuerdas? Te telefoneé y te cité en nuestro garito favorito. Paré mi coche y te dije, venga, sube que nos vamos a Ítaca”. Cielo santo, ahora sí recuerdo aquel luminoso viaje. “Qué cabrón, no me dijiste a dónde íbamos hasta bien avanzado el camino, detuviste el coche y sonriente dijiste: ‘Venga, viejo lobo, mete la mano en mi bolsillo trasero que hay una sorpresa’. Estábamos cerca de Lalín y quedé boquiabierto al ver dos relucientes entradas para ver a Bob Dylan en el Multiusos del Sar. Encima pulsaste el cassette y sonó esa canción que escuché miles de veces ‘Like a Rolling Stone”.

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Me estremecí. Te cuento, hermano lector, recordé el concierto con una punzada de nostalgia. Mira tú, habré visto a Dylan siete u ocho veces. La primera, allá en el 73 en Amberes, todavía sus ojos agudos y eléctricos no los cubría con sus gafas negras, ni se parapeteaba defensivo detrás del piano. Pero cielos, hoy es otro día con sorpresa. El profesor saca un sobre grande, lo pone sobre la mesa y lo va abriendo como en una ceremonia religiosa. Dice: “Debo ser de los escasos españolitos que tienen esta obra que salió hace tres o cuatro días”. Sí señor, en la mesa estaba inmaculado el doble vinilo “Rough and Rowdy Ways”. En el disco están todas sus heridas, sus secretos y su testamento. Hay un momento en que dice: “Ya he sobrepasado de largo lo que me tocaba vivir”. El profesor, casi militarmente, nos ordena guardar silencio. Localiza en la red “Murder Most Foul” y pulsa el play. Ay hermano, es un recitado lento, muy lento, diecisiete minutos que suben por tu vértebra. Flashes, imágenes, ahí está la crónica de su generación, su vieja obsesión por el asesinato de Kennedy. Hace confesiones. En el disco recuerda las grandes preguntas que siempre lo han acosado. Recuerda el asesinato de Martin Luther King y su frase: “Tengo un sueño”. Recuerda el festival de Woodstock. Maldice a los que mataron un sueño. Los cincuenta mil muertos en Vietnam. Menciona a los poetas de su generación, a Allen Ginsberg, que le acompañó recitando en sus conciertos en los años 70. Inevitable, vuelve a Kerouac “En el camino”. Se siente a lo largo del tema su desesperado amor por el  gran poeta americano Walt Whitman, que en su obra “Hojas de hierba” invita a que seas un poco héroe, a hacer las cosas sin miedo, con riesgo, con alegría y con entusiasmo. Ay, no se olvida de Dylan Thomas, de quien tomó su apellido. El nombre de aquella chica que se escondió de los nazis en Amsterdam, Ana Frank. Al escucharlo uno presiente su terror por Trump. Y hacia dónde lleva el mundo ese hombre.

Ángel cuenta conmovido, que Bob escribió este tema en estado de trance: “Nunca paro, voy de ciudad en ciudad, si llega la muerte yo ya estoy en otro lugar”. Dice él: “Nací en el lado equivocado de la vía del tren, como Kerouac”. En su caravana el poeta lleva una guitarra, una biblia y un futbolín. Siempre tuvo algo de profeta y hace nada le preguntaron si este virus era una plaga bíblica. Respondió: “Quizás sea el principio de la destrucción, lo mejor que podemos hacer es dejar que el mundo siga su curso. Manténganse a salvo y atentos, y que Dios esté con ustedes”. Bob acaba de decir “Nuestro mundo está obsoleto” Jodida palabra ‘obsoleto’, que viene a ser caduco, viejo, arcaico. El poeta Carlos Oroza lo dijo mejor: “El mundo está agotado”. Ay, cuando muchas cosas en el mundo todavía no tenían nombre.

Jueves, 25 de junio

Aúllan por Barcelona y otras ciudades tribus que están hartas de visitantes agresivos. De las borracheras de los jóvenes centroeuropeos. Arramplan con todo, beben sin interrupción y traen una tarjeta al cuello que dice “Todo incluido”. Afirman: “La pasta es para los grandes trusts europeos, a nosotros nos quedan migajas. Cierto es que ser camarero es una profesión muy respetable y con alma. Pero el futuro ya está ahí, hermano, seremos el inmenso bar de los ansiosos jóvenes centroeuropeos y de los sonrosados jubilados alemanes. Españolito que vienes al mundo aprende ya a llevar bien la bandeja, no hay otra alternativa ¿Dónde están las empresas, las fábricas, las industrias? Nuestro himno será “Camaguego, pog favog…” 

[‘Rough and Rowdy Ways’ de Bob Dylan. Doble vinilo. Muy recomedable]

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