Opinión

¿En funciones o en bloqueo?

Me ocurre –qué falta de humildad- lo mismo que a Marguerite Duras cuando aireaba: “Yo no tengo ideas, sólo palabras y silencios”. Y es que a estas alturas del cotarro, tras más de cien días, y visto el discurrir político con el consiguiente cruce de declaraciones, no tengo las ideas que me hagan saber sobre si la situación política actual es de un gobierno en funciones o con un gobierno bloqueado. Sí, tengo palabras y, también como le ocurre a millones de españoles, silencios por resignación ante los acontecimientos. Y todo porque si nos atenemos al sentido gramatical de la palabra, si una persona, colectivo o grupo, está en funciones, entendemos que está en plena actividad o rendimiento para alcanzar el objetivo previsto. Nada, entonces, que se le asemeje al bloqueo, que es la acción de detener, impedir, cortar… Pero como estamos en política, donde el objetivo es hacer posible lo necesario, pues vayan ustedes a saber si, “en funciones o en bloqueo” monta tanto y tanto monta, con tal de utilizar el término en la ocasión pertinente. Ya saben ustedes que el instrumento básico para la manipulación de la realidad es la manipulación de las palabras.

Nos tranquiliza el ministro Ábalos al decirnos que “no hay motivo para la alarma, aunque el gobierno lleve cuatro meses en funciones…”. Yo le añadiría: y a pesar de presupuestos prorrogados –sí, aquellos mismos aprobados por Rajoy y que eran malísimos de solemnidad- y el presidente en Doñana…; en román paladino: todo bajo control, no nos alarmemos, a decir del ministro en funciones. Una tranquilidad que nos hace ver la operatividad del gobierno en funciones. Pero nos intranquiliza la ministra Montero, que para dar respuesta a las obligaciones del mismo gobierno en funciones, entonces diga que sí hay bloqueo y no se puede cumplir: “No será posible la transferencia a Galicia de los 700 millones de euros por el bloqueo al que está sometido el gobierno tras la fallida investidura”.

¿En qué quedamos, bloqueo o en funciones? O, “¿asegún…?” A no ser que se utiliza el bloqueo como concepto gramatical de chantaje funcional. Pero es que no tengo ideas, y sólo me quedan las palabras para preguntar si en caso de investidura en septiembre se acabó el problema de “en funciones o en bloqueo” o empezamos otro capítulo, el de gobernar. Tampoco tengo ideas, guardo silencio, sobre “La nueva política”, esa misma de la que se vanagloriaban los políticos autoprogresistas, estos que nos hacían saber que las mayorías absolutas iban a ser, ya en el futuro inmediato y por salud democrática, habas contadas, y consiguientemente los pactos alcanzados tras el diálogo no sólo solucionarían la gobernabilidad sino que darían gobiernos más representativos. Guardando un elocuente silencio sobre si ese diálogo es (fue) de sordos, todo parece indicar que para ser investido y gobernar, en esta nueva política, es más imprescindible el reparto de sillones que cualquiera de las ideas.

Y ¡ni ideas! de aquella frase no muy lejana y ante el mismo dilema, en la que el actual candidato a la investidura afirmaba entonces: “La responsabilidad de que el señor Rajoy pierda la investidura es exclusiva del señor Rajoy, por ser incapaz de articular una mayoría”. Qué enorme contradicción que los líderes de los partidos que se definen auto progresistas, los que se dicen de la nueva política, transmitan la real sensación de que el interés personal está por encima del general; utilizando la terminología y la situación para describir y solucionar, respectivamente, la realidad que les toca gobernar.

Por lo expuesto, viene a cuento la frase de Marguerite Duras que encabeza estas líneas. Y se imponen silencios para reconsiderar todo y buscar ese instante mágico, ese momento en que un sí o un no pueden cambiar toda nuestra existencia, como creía Paulo Coelho.

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