A UN METRO

En Lugo y sin comer

Un repartidor de comida a domicilio, vista desde la muralla y lateral de la catedral de Lugo.
photo_camera Un repartidor de comida a domicili0. // Suso Arjomil
En la gasolinera de Guitiriz sólo ha repostado un coche desde el viernes, por la autovía dan ganas de saludar a los pocos que te cruzas 

Lugo representa la abundancia culinaria, como refleja el eslogan "...y para comer, Lugo" nacido a finales de los años 60; ahora, con la zona de tapeo cerrada, los repartidores a domicilio perciben 2,50 euros por entrega. 

Regresar de Lugo sin comer sería hasta hace unas semanas un misterio insondable. A finales de los años 60 se acuñó el eslogan "...y para comer, Lugo". Los garitos de tapeo y los restaurantes de la ciudad amurallada se encargaron de mantener a buena temperatura la fama adquirida. Con un par de tapas una persona de apetito razonable podría comer y cenar. Festejos como el San Froilán o el más reciente Arde Lucus reúnen a miles de visitantes que comprueban en estómago propio que el lema que promociona la ciudad incluso puede quedarse corto ante la exageración de los platos. 

Hace menos de una década abrió un garito en la orilla de la bullanguera calle coruñesa de A Torre. Pepa Loba, lo llamaron en referencia a una mítica bandolera de finales del siglo XIX. Los primeros clientes mostraron asombro por el tamaño de las tapas y cautela antes de saber el precio de las viandas que les ponían delante sin ser solicitadas. "Es que somos de Lugo", respondían los hijos de la dueña. A los locales de la zona en una ciudad en la que no se estilaba dar tapa con la consumición no les quedó más remedio que sumarse, pero para llegar a los niveles de generosidad de Lugo parece impepinable haber nacido allí. 

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Vista desde la muralla de Lugo. // Suso Arjomil

"Creo que nos estamos portando bastante bien y que alguna multa está de más", comenta un vecino 

Lugo es sitio acogedor, comenta María Val, jefa de gabinete de la alcaldesa, la socialista Lara Méndez. "Dicen que a Lugo llegas llorando y te vas llorando y es cierto". El criterio de María Val, compañera de aventuras periodísticas, es indiscutible, según pueden corroborar los que han currado a su lado. Uno de cada 10 censados en Lugo es inmigrante y cuenta con habitantes de un centenar de países. Algo tendrá cuando consigue mantener la población (98.276 en 2019) frente al castigo demográfico. 
Con 20 grados de temperatura en una mañana de sábado, los locales de los aledaños del Concello o de la catedral estarían hasta la cocina, pero la imagen de terrazas puestas pero sin clientela confirma que no hay excepciones con el estado de alarma decretado por el Gobierno y validado por el Congreso para combatir la pandemia del coronavirus Covid-19. La estampa es similar a la de ciudades como Santiago o A Coruña: calles casi vacías, vecinos que caminan cargando con las bolsas de la compra con gesto serio, establecimientos de productos de primera necesidad trabajando a medio gas y la muralla romana que anilla el casco antiguo desierta. 

La ciudad amurallada tampoco se libra de la melancolía: calles desiertas y comercios de alimentación a medio gas

"Creo que nos estamos portando bastante bien y que alguna multa de las que han puesto están de más", comenta con retranca un hombre a la salida de la plaza de abastos. "Pagamos todos por unos cuantos listos". Y todavía no se sabe que el presidente Sánchez anunciará el cerrojazo para todas las actividades que no sean esenciales hasta el 9 de abril. A las 13.30 horas en el mercado ya están recogiendo. "Agora xa non hai xente, nós traballamos un pouco menos pero non hai queixa", explica el propietario de una charcutería mientras ordena el mostrador. 

 Poco después una señora intercepta a un motorista que reparte comida preparada a domicilio para interesarse por el servicio. Le explica la manera de hacer el pedido e incluso le desvela su ganancia: "Nosotros nos llevamos 2,50 euros por cada viaje. Me he planteado parar, pero prefiero seguir en el reparto". 

LAS TERRAZAS PUESTAS

Tanto en la Praza Maior como en Santo Domingo, donde se encuentra la sede de la p1032903Diputación, choca que las terrazas sigan puestas como si  se tratase sólo de un cambio de turno para hacer limpieza. Pero nadie se  libra de la melancolía. 

 

Poco después de dejar Lugo, sin tiempo para llorar la marcha, comparece Pedro Sánchez. Anuncia el cese de actividades que no son fundamentales con el propósito de que el tráfico se reduzca a los niveles  del fin de semana. 

Horas antes, en la gasolinera de Guitiriz explican que el surtidor va muy lento porque desde el viernes sólo un coche se ha servido gasolina. El del periodista. Y no esperan que otro vuelva a hacerlo hasta el lunes. En Guitiriz hay cinco gasolineras para una población de unos 5.000 habitantes. Las cinco permanecen abiertas por tratarse de un servicio esencial, pero a muchos gasolineros no le salen las cuentas y preferían que la medida se aplicase como los servicios mínimos en una huelga. 

En el trayecto hasta Lugo sólo se ven dos docenas de vehículos circulando, siendo generosos como las tapas de Lugo. Y cuando te cruzas con uno dan ganas de saludarlo para sentir que la vida continúa rodando.    

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