Opinión

Enterramos bien, apuñalamos por la espalda mejor

Cuando Alfredo Pérez Rubalcaba anunció que agarraba la puerta para darse el piro, pasó una semana recibiendo elogios como un corifeo de los que días antes le daban estopa. Durante una reunión con empresarios catalanes en Sitges soltó un pensamiento de una genialidad que no tuvo para corregir los desvaríos finales de Zapatero que condenaron al PSOE a una estrepitosa derrota: "Los españoles somos gentes que enterramos bien". "Y los gallegos lo hacemos de una forma magnífica", añade Pachi Vázquez tras los elogios recibidos incluso del PPdeG al anunciar por sorpresa que entrega su acta de diputado para defenderse "como un ciudadano de a pie" de las acusaciones de prevaricación en la contratación de personal durante su etapa como alcalde de O Carballiño. Hasta lo telefoneó Feijóo para manifestarle su respeto, aunque no consta que le haya ofrecido alistarse en las filas del PP como hace años le sugirió José Cuiña a José Luis Baltar.


Puede que alguien considere que hay que diferenciar la verborrea política de la educación, pero la distancia que separa el remilgo de la hipocresía es muy corta. Vista la despedida que le propinaron antes al químico santanderino y ahora al epidemiólogo carballiñés, dan ganas de mandar inmediatamente a la hoguera el diario de sesiones porque puede que de todo lo que se ha dicho y escuchado en sede parlamentaria sólo sean verdades las mentiras. Quizá hasta Xosé Manuel Beiras sienta admiración por el tan denostado Núñez Feijóo o que el presidente reconozca en la intimidad que al profesor no se le va  tanto la pinza como airea. Si Fraga y Beiras acabaron abrazándose... Enterramos bien, sí; apuñalamos por la espalda mejor.  No se crean palabra.

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