Opinión

Equigal

Parece de lo más obvio pensar que, cuando se quiere resolver un problema, lo básico es conocer cuales son todas las implicaciones, orígenes y consecuencias del mismo. Pues resulta que nuestra sociedad,  que está a punto de entrar en la era de la industria 4.0, la cobertura 5G y de que la compra nos la traiga a casa un drone, tiene un problema que no consigue ser resuelto: la mitad de la población no tiene las mismas oportunidades para trabajar y ganarse la vida. Las mujeres tenemos más paro, cobramos menos, y nos vemos obligadas a aceptar contratos parciales y temporales porque es lo que hay.

Peor aún, si la crisis nos golpeó más que a ellos, la recuperación del empleo parece que también quiere castigarnos o, en todo caso, no tratarnos igual que a los varones. Esta es una de las conclusiones de EquiGal, Barómetro Gallego de Equidad Laboral: la recuperación económica no beneficia a las mujeres, es decir, que cuanto más empleo se genera más desigualdad se crea en el mercado laboral.

Es llamativo saber que este proyecto es pionero en España, que nadie hasta ahora se había decidido a realizar un análisis sistemático y periódico para seguir la evolución del mercado laboral femenino.  Si no conocemos al enemigo, malamente podremos combatirlo. A menos que en realidad no queramos enfrentarnos a él.  Me tienen ustedes que perdonar pero en materia de igualdad me he vuelto muy mal pensada. La iniciativa es loable porque un buen diagnóstico es imprescindible para acertar con el tratamiento.

Llega marzo y nos bombardean con estadísticas que nos recuerdan que trabajamos mucho más que los hombres pero cobramos menos, que somos mayoría en las universidades pero sólo hay dos rectoras en los campus públicos en España, que cuando vamos a buscar empleo hay que ir preparada para la pregunta clave “¿tiene usted hijos?” Que cuando los hijos se ponen enfermos somos nosotras las que tenemos que pedir el día, etc. 

Es posible que usted sienta que esta semana sólo se habla de esto, sólo se habla de las mujeres, de las que son asesinadas por sus maridos, parejas y amantes, de las que cobran menos, de las que no tienen con quien dejar a sus hijos para trabajar,  de las que deben elegir entre ser mamás o tener un futuro brillante, de las que no se inscriben en una ingeniería porque en casa le dicen que las chicas no valen para eso. Sí, es posible que este mes de marzo usted sienta que los medios sólo hablan de esto- Pero esto es pasajero, se lo aseguro. Unos días más y todo volverá a ser como antes. Volveremos a nuestros cuarteles de invierno, volveremos a nuestro trabajo de hormigas, muchas veces silencioso y sin tanto aspaviento,  a ese orballo que, a diferencia de las grandes tormentas, sí cala en las conciencias. 

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