Valdeorras

As Ermidas atiende a treinta personas diarias en Navidad

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photo_camera Fachada principal del santuario de As Ermidas, en Viana do Bolo. (J.C.)
Llegan de todo el Estado en busca de una cama y comida y también por motivos espirituales

El santuario bolés de As Ermidas y las construcciones del antiguo seminario son el refugio de un buen número de personas durante algunos días de las fiestas navideñas. Llegan desde distintos puntos de la península e incluso del extranjero, los unos detrás de la espiritualidad que echan en falta el resto del año, los otros buscando un lugar donde poder tener una cama y algo que comer en estos días tan señalados. Los dos grupos se reparten a partes iguales y llegan a ser hasta 30 los días festivos, descendiendo a una veintena el resto del tiempo. A ellos hay que añadir el grupo que forman aproximadamente los 10 residentes y el que constituyen los "amigos de la casa", vecinos de la comarca, que se acercan para ayudar en algunas tareas y después regresan a sus hogares.

"Vienen personas con problemas, para no estar solos en las calles. Otros, se acercan para vivir la Navidad desde un punto de vista espiritual", explicó el sacerdote José Antonio Crespo. Estas Navidades, viajaron hasta As Ermidas gentes de Andalucía, Valencia, Cataluña, Extremadura o Castilla y León, así como de las cuatro provincias gallegas. También recibieron visitantes de Portugal y Francia, según comentó.

Ninguno de ellos tuvo que entregar cantidad alguna por los días que van a disfrutar de la acogida de As Ermidas, aunque no son pocos los que acuden con algún regalo útil para la comunidad. "Queremos que no estén vetadas las personas sin medios", explicó José Antonio Crespo.

Las personas que se deciden por As Ermidas en la Navidad son conocedores de que deben dejar cualquier afán consumista a la puerta. Por aquí no pasan los excesos de estas fechas. Una idea de esta afirmación la ofrece el menú de Nochebuena: sopa, tortilla de patata y fruta. "La felicidad no depende de lo material", comentó José Antonio Crespo. Inmediatamente, matizó que, si bien no hay derroche en As Ermidas, aquí nadie pasa hambre. "No hay lujo, pero sí comida en abundancia", comentó el cura. Los productos que, como las hortalizas, arrancan de la finca, son un ingrediente fundamental en esta mesa. Un rebaño de ovejas supone un complemento imprescindible para la economía de la comunidad de As Ermidas.

“Algunos se lo piensan dos veces"

El tan manido final de la crisis no se aprecia en As Ermidas. Aquí, siguen llegando personas sin recursos, después de perder todas sus propiedades. "Hay algunos que son más pobres que antes. Llegan de todo el Estado. Su número no disminuye", explicó José Antonio Crespo.

También indicó que no todos los que llaman a las puertas de As Ermidas se quedan. Algunos cambian de planes nada más conocer las condiciones que regirán su vida en esta comunidad, durante su estancia en ella. "Cuando explicamos cómo se vive, algunos se lo piensan dos veces", añadió el sacerdote.

La razón hay que buscarla en una forma de vida que no solo esquiva los excesos en las fechas más significadas, también en unas dependencias que carecen de calefacción. La cocina de leña que calienta el comedor también lleva calor a la parte nueva del seminario. Sin embargo, no todos los radiadores son utilizados, pues solo se abren aquellos que están en las dependencias usadas por personas con problemas de salud.

A las condiciones en las que se desarrolla la vida diaria en As Ermidas hay que añadir unos horarios y normas de vida estrictas, con una jornada que comienza antes de amanecer. "La felicidad no depende de lo material", sentenció José Antonio Crespo.

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