Opinión

Esclavos de sí mismos

Diego Velázquez tenía un esclavo: Juan de Pareja. Tener un esclavo era algo corriente en la España del siglo XVII. Juan de Pareja era su asistente en el taller, el que le preparaba a Velázquez los lienzos, las tablas y las mezclas de colores. Supongo que al que Velázquez le ordenaba: muchacho llévame este lienzo de aquí para allá. 

Juan era un hombre muy guapo, moreno, altivo, era morisco, y hay un precioso retrato de él que le hizo Velázquez y se conserva en el MET de Nueva York. Yo mismo pude verlo allí, es una maravilla. 

Un día Velázquez descubrió que Juan pintaba su propios cuadros a escondidas del maestro, y descubrió también que Juan era un pintor fabuloso. En el Museo del Prado hay unos cuantos cuadros pintados por él, fue un gran retratista. Pues bien, cuando Velázquez descubrió aquel extraordinario talento artístico en su "chico de los recados" se quedó asombrado e inmediatamente lo libertó y Juan dejó de ser esclavo y pasó a ganarse la vida él solito con su trabajo y sus cuadros.

El asunto que ha traído a todo el mundo de cabeza tantos días con motivo de la muerte de ese chico en EEUU, el asunto del racismo y la esclavitud o el maltrato a los negros, con toda la razón que tiene (es innegable que la sociedad americana sigue teniendo ese mismo problema de racismo social, económico y cultural) a la vez está haciendo que todos los imbéciles del mundo salgan de debajo de las piedras y se pongan a derribar estatuas de supuestos esclavistas históricos. 

En algún momento quizá muchos llegamos a pensar ingenuamente que esos tipos ya no estaban allí, que habían desaparecido y solo quedaban unos rescoldos suyos con capirotes blancos y cruces incendiadas en llamas en películas como la magnífica "Arde Mississippi" de Alan Parker, pero lo malo es que no, es que sí estaban y lamentablemente siguen estando allí.

Estas últimas semanas he leído muchas opiniones en las redes sociales, algunas incluso de parientes míos americanos a los que aprecio y con los que he evitado discutir, que defienden al policía e ¡incluso insultan al difunto chico! Dado que todos hemos visto mil veces la escena por la tele, un asesinato en toda regla, esa actitud me resulta alucinante. Solo puedo pensar que si en lugar de matar al chaval asfixiándolo con la rodilla en el cuello ese poli lo hubiera hecho pegándole cuatro tiros rápidos con su arma reglamentaria, esas personas seguirían opinando exactamente lo mismo: ¡que se joda el negro! Y es que algunos... son esclavos de sí mismos.

 Hay gente que cree en Dios, hay gente que cree en la ciencia, hay gente que cree en la verdad, hay gente que cree en el amor, hay gente que cree en la policía, y hay gente que cree en los Simpson. Aquí, en este mundo nuestro tan raro, cada uno cree en lo que le da la gana.

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