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En España está pasando algo, y algo va mal

Una mujer extrae dinero de un cajero automático (MARTIÑO PINAL).
photo_camera Una mujer extrae dinero de un cajero automático (MARTIÑO PINAL).

¿Será que ahora se tiran los pájaros a las escopetas? ¿O que los bancos no quieren que les lleves dinero y solo quieren prestártelo? ¿Lo que antes era deuda privada se ha vuelto gran deuda pública?

En un país donde el director de un banco llama a un cliente y le pide que se lleve varios millones de euros de su cuenta de empresa para otro banco está pasando algo.

Y en un país donde cada poco la gente recibe en su móvil avisos de su banco de que puede hacerse con varios miles de euros, sin trámites y en cuestión de minutos, está pasando algo.

También está pasando algo en un país donde con graves problemas de deuda, déficit, paro y muchas desgracias más, sus líderes políticos hablan de chascarrillos y de asuntos de poca monta en la campaña de unas elecciones supuestamente trascendentales.

Claro que está pasando algo en España, cuya economía no crece por ser más productiva sino porque el Estado está inyectando dinero, a costa de endeudarse más, y las familias se endeudan cada vez más –con dinero fresco– para llegar a fin de mes.

¿Y el ladrillo, qué tal?

Bien, bien, de nuevo sin problemas.

España corre el riesgo de volver a las andadas, diez años después. Solo que ahora, como diría el catedrático de economía Santiago Carbó, las finanzas de España se han arreglado por la dimensión privada en magnitud similar a lo que se han estropeado por la pública. Algo va mal, como reza el testamento de escritor Tony Judt.

En España está pasando algo, y algo va mal, pero no solo para las personas endeudadas o los contribuyentes que terminarán cargando con la pesada losa de una inmensa deuda pública. También va algo mal para los que tienen dinero, que todavía se andan preguntando por qué el año pasado se perdieron miles de millones de euros, fundamentalmente por caídas de valor en fondos de inversión y acciones.

“Si el clima financiero de hace 10 años era artificial por exceso, el de hoy puede serlo por defecto”, advierte Santiago Carbó. Resulta que si bien el sector privado sigue devolviendo crédito, no dejan de aumentar los flujos de financiación mediante una liquidez asistida. A través de las entidades financieras, España recibe más de 500.000 millones de las operaciones de financiación a largo plazo y de compra de deuda del Banco Central Europeo. Un puro artificio que ya veremos cómo –y cuándo– se normaliza.

A los que ahorran también les va mal. Los bancos ya no saben qué hacer para ganar dinero, porque la mercancía con la que operan –el dinero– vale poco o nada, lo que provoca que las cuentas de plazo no se remuneren. Los tipos tan bajos empiezan a resultar cansinos. La economía productiva parece exigir algo más que encorsetadas políticas monetarias.

El hecho de que las familias y las empresas hayan reducido su deuda crediticia en más de 530.000 millones de euros tiene una vertiente positiva –deben menos– pero también otra negativa, al perderse capacidad de inversión privada, sin que el Estado ocupase ese lugar. Por el contrario, el Estado ha renunciado a invertir, ya que unos 40.000 millones que podría estar invirtiendo cada año se los tiene que dedicar a hacer frente al coste de la deuda pública. Una deuda que, lejos de contenerse, sigue subiendo como la espuma, a medida que va incorporando sucesivos déficits del conjunto de las administraciones públicas.

Ni siquiera se salva la caja de las pensiones, también con déficit a fin de año. Y, por si fuese poco, los fondos de pensiones privados también están perdiendo valor. En España está pasando algo, y algo va mal.

@J_L_Gomez

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