papeles del rock

Y el espíritu de Hendrix sobrevoló el Kremlin

Mötley Crüe y Bon Jovi aterrizando en Moscú en agosto de 1989 para el concierto que ofrecieron en el estadio Lenin.
photo_camera Mötley Crüe y Bon Jovi aterrizando en Moscú en agosto de 1989 para el concierto que ofrecieron en el estadio Lenin.
Hace 30 años que se celebró el Moscow Music Peace Festival, un macroconcierto de Heavy Metal que por el momento y el lugar, adquirió una dimensión histórica

En estos días con toda seguridad estarán ustedes asistiendo a un desbordamiento de literatura pseudohistórica, llena de lugares comunes, tópicos manoseados y supuestamente sesudos artículos de gente que ni estuvo ni se la esperó allí, acerca del Festival de Woodstock de 1969 en la conmemoración de su 50 aniversario. No seré yo quien añada en estás páginas más hojas secas a ese rastrojo acerca de un acontecimiento en efecto histórico, que otorgó al rock a nivel social la categoría de fenómeno cultural de masas indiscutible, pero del que ya todo se ha dicho, escrito y hasta filmado. Les recomiendo, a pesar de que su duración sobrepasa las 3 horas, la película del festival, "Woodstock", dirigida por Michael Wadleigh, que es el mejor documento acerca de lo que fue el mítico festival de 1969. Tras su visionado, poco más habría que decir. 

Quiero reivindicar hoy, bajo la advocación de lo que Woodstock fue y significó, otro festival de trascendencia enormemente relevante para el mundo en el verano de 1989, celebrado justamente en el mismo fin de semana en el que Woodstock cumplía su 20 aniversario y que me parece que ha sido injustamente olvidado: En este fin de semana, hace exactamente 30 años que se celebró el Moscow Music Peace Festival, un inmenso macro-concierto de Heavy Metal que por el momento y el lugar en el que se celebró, adquirió una dimensión histórica. 

Hacia los años 1986-87, tras el afianzamiento de Mijail Gorbachov como secretario general del PCUS y presidente del gobierno soviético, se inició un proceso de liberalización gradual del sistema político y económico de la URSS que se conoció a nivel general como "Perestroika". En el marco de ese fenómeno, la URSS también inició un proceso de apertura hacia el exterior en muchos aspectos, especialmente en lo cultural. Las autoridades soviéticas, que hasta entonces miraban al mundo del rock con gran desconfianza y lo consideraban como un fenómeno que podía filtrar ideas pro-capitalistas en su sociedad, propiciaron la edición de discos de grupos de rock que hasta ese momento operaban en el más absoluto underground e incluso les concedieron visados para viajar a hacer conciertos en países occidentales. De hecho, en 1988 grupos de heavy metal de la URSS como Gorky Park, Black Coffee o Autograph tocaron en varios festivales en España y en ese mismo año, se produjeron los históricos conciertos de Scorpions en Leningrado. 

Aprovechando ese nuevo clima favorable a la apertura, el manager de grupos de rock estadounidense Doc McPhee y el animador cultural Stas Namin, que había sido el organizador de la gira de Scorpions por la URSS el año anterior, se unieron para crear una ONG llamada "Make A Different Foundation" destinada a la lucha contra la drogadicción, problema que aunque siempre fue ocultado oficialmente, también existía en la Unión Soviética. Con el apoyo del Ministerio de Cultura de la URSS y para conmemorar el 20 aniversario de Woodstock, esta fundación puso en pie los días 12 y 13 de agosto de 1989 el Moscow Music Peace Festival en el Estadio Lenin de la capital soviética, al que acudieron un total de 120.000 personas, el espectáculo más masivo celebrado en Moscú desde los Juegos Olímpicos de 1980, que se celebraron en ese mismo estadio. 

El 12 de agosto actuaron dos bandas que eran todavía relativamente poco conocidas incluso en el ámbito del rock en occidente: Skid Row, quienes acababan de debutar en el mercado con un primer álbum de hard rock muy heavymetalero y que contaban con un carismático frontman como Sebastian Bach, quienes hicieron una actuación sensacional, que arrancó ovaciones inmensas del público cuando hicieron una versión del "Holidays In The Sun" de los Sex Pistols, canción en la que se hacía una alusión clara al muro de Berlín. Por otro lado, Cinderella habían editado su segundo disco "Long Cold Winter" justo un año antes, y había sido todo un impacto, incluso en la propia URSS, donde no había sido editado oficialmente, pero del que circulaban numerosas copias piratas en cassette. Obvio es decirlo, su actuación también fue sensacional, como la de los cabezas de cartel, Bon Jovi, que esa noche, en palabras de algún periodista de Pravda (el diario oficial del Partido Comunista), “lograron con sus canciones lo que no logró ni Carlos XII de Suecia, ni Napoleón ni Hitler: conquistar Moscú”.

El 13 de agosto actuaron Mötley Crüe, quienes arrasaron literalmente con todo y ofrecieron una de las mejores actuaciones de toda su historia, los locales Gorky Park, aplaudidísimos por su clientela y como cabezas de cartel, una vez más y en otra actuación cargada de emoción e intensidad, Scorpions. Con toda seguridad, la única nota negativa del festival, la bochornosa y lamentable actuación de un Ozzy Osbourne en el peor momento de su carrera, mareado, borracho, olvidándose de las letras de las canciones, babeando y arruinando una ocasión maravillosa de haberse reivindicado como el gran artista que solamente es en ciertas ocasiones. Resultó paradójico que en un festival contra el alcoholismo y la drogadicción, una de sus estrellas principales apareciera en un estado de embriaguez extrema. 

El evento resultó un éxito espectacular. Indudablemente, ayudó sobremanera a tender puentes de amistad e intercambio entre dos tipos de sociedad que habían vivido de espaldas la una a la otra desde 1947, y sobre todo, abrió una inmensa esperanza en los jóvenes soviéticos cara a salir del aislamiento en el que vivían y que otro mundo podía ser posible. Ya se caminaba hacia un cambio de paradigma en las relaciones este-oeste, pero más allá de las cumbres entre altos dignatarios y presidentes de gobiernos, la gente, y sobre todo la gente joven, esa gente joven que era con frecuencia despreciada y de la que se sospechaba por parte de las élites de poder tanto en los USA como en la URSS, los rockeros melenudos y depravados, pusieron en pie un evento por la paz mundial recordando a quienes se manifestaban contra la guerra de Vietnam en 1969 en Woodstock el mismo año que los soldados soviéticos se retiraron de Afganistán.

El festival se celebró sin un solo incidente, ni una sola detención, y a lo largo de diferentes entrevistas en todos estos años, he recopilado muchos testimonios sobre lo que fue aquel evento. Me quedo a modo de conclusión, con el que me dijo el cantante de Scorpions, Klaus Meine: “Un periodista moscovita, tras una rueda de prensa, me dijo algo que casi me emocionó: “Sois alemanes, y vuestros padres vinieron en los años 40 a nuestra patria con tanques. Hoy, en los años 80 vosotros, alemanes, venís a nuestra patria con guitarras.” 

Algo había cambiado, sin duda.

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