"Impedir a práctica de actividade física durante un confinamento ten consecuencias negativas para a saúde da poboación, e este impacto é de moita maior magnitude naquelas persoas que no seu día a día son fisicamente activas". Esta es, como apunta el investigador del grupo Well-Move de la Facultad de Ciencias de la Educación y el Deporte Carlos Ayán, la principal conclusión del estudio que realizó junto a profesores de las universidades de León, Complutense de Madrid e Isabel I, con el objetivo conocer el impacto del confinamiento del covid-19 en los niveles de actividad física y bienestar, el riesgo de trastornos alimentarios y la calidad del sueño.
Los resultados de este estudio, diseñado por Ayán y realizado junto con los investigadores Óscar Martínez, David Suárez-Iglesias y Marcos López-Flores, fueron incluidos en un artículo publicado recientemente por la revista del grupo Elsevier Appetite. Analiza los resultados de una serie de encuestas realizadas electrónicamente a una muestra compuesta mayoritariamente por estudiantes universitarios y físicamente activos, que, en general, mostraron después de 48 días de confinamiento domiciliario una disminución en sus niveles de actividad física, aumento de peso y empeoramiento de la calidad del sueño y del bienestar percibido. En este sentido, la importancia del estudio radica, como apunta Carlos Ayán, en que el impacto del confinamiento domiciliario fue "moito máis negativo" en aquellas personas físicamente activas al inicio de la investigación, que se corresponden con el 86% de la muestra.
