Día mundial de la alimentación

"Faltar a una comida por la dieta es un comportamiento anormal"

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photo_camera Ana Rodríguez, durante una charla de concienciación sobre la anorexia y la bulimia.
Los casos de trastornos alimentarios como la anorexia y la bulimia aumentaron en la pandemia 

El estigma existente sobre la salud mental y la falta de concienciación propicia falsas creencias sobre los trastornos de la conducta. Aquellos que sufren anorexia y bulimia se enfrentan a esta realidad que los señala mientras tratan de escapar de un hoyo más profundo que una obsesión con el peso. 

Durante la pandemia, fueron muchos los que recayeron en estas patologías. La psicóloga de la Asociación de Bulimia y Anorexia del Sur- Ourense, Ana Rodríguez, dio cuenta de esta realidad: "Se  ha detectado un agravamiento, han aparecido más trastornos debido a que muchos redujeron el consumo alimenticio al disminuir la actividad física". Más tarde, durante el desconfinamiento, las llamadas siguieron aumentando debido a que "la gente que se inició en estos trastornos comenzó a padecer los efectos de la falta de alimentación y la pérdida de peso", explica la psicóloga.

A lo largo de la última década, los trastornos de la conducta alimentaria aumentaron el rango de edad de los afectados. Si bien antes era un problema común en los adolescentes, la asociación ourensana registra que los afectados en la ciudad abarcan desde los 13 a los 52 años.  Además, la incidencia en hombres es cada vez mayor, antes 1 de cada 10 pacientes eran de sexo masculino y en la actualidad ya son 3 de cada 10. Según Ana Rodríguez, "la presión social hacia el cuerpo masculino está ahora más presente, se valora que los chicos se cuiden, que estén delgados y musculados. Muchos lo consiguen a través del deporte, pero algunos acaban padeciendo anorexia o bulimia".

La aceptación social, la autoestima y formar parte de los cánones de la normatividad son algunos de los principales factores que prolongan este trastorno en el tiempo "además de que existen demasiados intereses económicos e industriales para que se mantenga ciertos prototipos de cuerpo", asegura la psicóloga. 

El peligro de las redes

La adolescencia es una de las etapas en las que prima prestar atención al desarrollo de los trastornos alimenticios. Con la aparición de las redes sociales, en la primera década del siglo, comenzó la difusión de información en internet. En Twitter existían usuarios "pro-Ana", en relación a la anorexia, y "pro-Mía" sobre bulimia, además era sencillo acceder desde el buscador a blogs que fomentaban estos trastornos. Ahora, según explica Ana Rodríguez, "esta costumbre online se ha trasladado a Whatsapp. Es más personal y menos visible. Se accede a través de conocidos o desde los blogs todavía existentes pro-Ana y pro-Mía, donde los editores hacen una serie de valoraciones y te dan acceso a los chats". 

Desde la asociación indican que  la anorexia y la bulimia casi siempre son hábitos que comienzan con la pretensión de mejorar la alimentación, pero finalmente "se acaban reduciendo las cantidades y cada vez hay un plato más pequeño que acaba desembocando en un trastorno de la conducta alimenticia". La obsesión con la dieta, el rechazo a ciertos alimentos o forzarse a no comer son indicios de iniciación en una de estas conductas: "Por ejemplo, no asistir a una comida para no saltarse la dieta no es un comportamiento normal. Hay mucha más gente con trastornos alimenticios de la detectada".

Nicolás Rodríguez (22 años): ‘‘El trastorno esconde a una persona que se está suicidando”

Nicolás Rodríguez, de 22 años,  padeció una anorexia nerviosa desde los 18 hasta los 20 años. Desde su recuperación, recayó dos veces, la última durante el confinamiento: "ahora mismo estoy en proceso de volver a recuperarme, estoy yendo a terapia una vez a la semana donde trato con la psicóloga".

El joven, de 22 años, define los trastornos alimenticios como "la gran mentira. Por una serie de creencias que tuve sobre la alimentación y la vida saludable, y buscar que la gente me aceptase, acabé teniendo una conducta obsesiva. Para mí, es un engaño con el que me hacía daño a mí mismo".

En su caso, no fue consciente de la desmejoría que estaba padeciendo su cuerpo hasta que le detectaron el trastorno en el hospital, al que acudió precisamente por problemas derivados del mismo: "Allí me quitaron sangre y me desmayé, los análisis detectaron niveles muy bajos de glucosa y otras variantes". Nicolás explica que el diagnóstico lo sorprendió porque "siempre tenía una excusa para todo lo que me pasaba, no le daba importancia, pero no sólo estaba sufriendo mi cuerpo, también comencé a aislarme socialmente y hasta tuve que dejar el bachillerato, estaba muy cansado para estudiar y tenía la autoestima muy baja".

Cuando fue consciente, afirma que se aisló porque"la gente no se para a entender, no se creen que tengas un problema, pero un trastorno esconde más que obsesionarse un con un peso bajo, esconde a una persona que se está suicidando lentamente". Indica que es posible superar la enfermedad "hablándose a uno mismo con amor, sabiendo que la comida cura y siguiendo todas  las pautas de los especialistas".

Lucre Vázquez (19 años): “Cando exteriorizas o problema, faste dona da situación”

Lucre Vázquez, padeció bulimia desde los 13 a los 17 años, y aunque lleva un año sin recaer, afirma que "hai que coidarse moito porque, aínda que moitos se recuperen definitivamente, creo que tamén pode non superarse nunca".

El detonante para Lucre fueron una serie de burlas con su peso que sus amigos del momento le propiciaron"nin sequera considero que estivese gorda, simplemente non tiña un corpo normativo, iso sumado a unha baixa autoestima, levoume a provocarme o vómito".

Para solucionarlo pidió ayuda, concretamente ante la falta de menstruación: "Miña nai pensaba que estaba embarazada, pero era que o meu corpo xa non a producía. Ademais, durmía máis de 14 horas, prefería iso que estar esperta". Cuando fue consciente del problema, comenzó a ir al psicólogo junto a su familia: "Hai que pedir axuda, non é algo que poidas pasar soa. É necesario falar cos teus seres queridos porque cando exteriorizas o problema, daste conta da gravidade e consegues facerte dona do problema. O punto de vista dos demais, pode cambiar a túa perspectiva".

Lucía Estévez (22 años): “No eliges tener esta enfermedad, llega como una gripe”

Lucía Estévez, a sus 22 años, está totalmente recuperada de la anorexia que padeció con 16 años. Afirma que "ante problemas que tenían mis padres, me cambió el chip, supe que tenía que curarme por ellos". 

 Cuenta que comenzó inconscientemente: "No fue de un día para otro. De pequeña tenía baja la autoestima. Perdía peso y me gustaba verlo en el espejo, llegó un momento en el que fue imposible parar, incluso teniendo que ir al médico". 

Dice que "el sentimiento de culpa era muy doloroso. Así definiría un trastorno alimenticio.Es una enfermedad que llega, no eliges tú tenerla. Sufres, sufren los demás y tienes consecuencias físicas. Yo me recuperé, pero a día de hoy me quedó la ansiedad como secuela ". 

Su recomendación es, "ante todo, pedir ayuda y atender a los daños contra uno mismo".

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