REPORTAJE

Una familia muy numerosa en Ourense: "Una especie en extinción"

Familia numerosa en Ourense. Agudo.
photo_camera Parte de la familia Agudo-Calvelo, en una de sus cenas de Nochebuena en el monasterio de Santa Clara de Allariz.

Los Agudo-Calvelo son una de las tres familias numerosas con ocho o más hijos que hay en la provincia, según el INE. Valle es la madre de nueve retoños, una decisión de vida que, en sus propias palabras, está "en extinción".

 

En Ourense hay tres familias numerosas con ocho o más hijos, según los datos del Instituto Nacional de Estadística. Una de ellas es la familia Agudo-Calvelo. Valle es madre de nueve hijos y dos de sus cinco cuñados tienen siete retoños. "Somos una especie en extinción", comenta. Aunque siempre quiso tener familia numerosa, no esperaba nueve niños. Asegura que todo es "mentalidad", que el dinero es lo de menos, "aunque haga falta". Un fuerte vínculo con la Iglesia, dice, es "el secreto". Las navidades las pasan en el albergue de las monjas del monasterio de Santa Clara, en Allariz, donde hace siete años que la capilla se llena de bebés y niños después de que su cena de Nochebuena se convirtiera en toda una tradición en el convento. 


 23 nietos 


"Ya tenía la experiencia de familia numerosa en mi propia familia. Así que eso ayuda a quitarte el miedo. Desde fuera puede parecer una locura, pero estás ahí  y ves que no es tanto trabajo. Es otra visión. El otro día mi hija vino del cole y se sorprendió con que había una familia de seis niños. Le dije: ¡Claro, hija! Es que no es tan raro, no somos los únicos", cuenta Valle. La escucha su suegra, Nieves, la "jefa", como le llama su hijo Miguel. "Yo hubiera tenido más hijos", relata la mujer. Tiene cinco hijos y 23 nietos. "A veces sí que me confundo de nombres", bromea. "'¡Niño, ven aquí!', les dice", se ríe su nuera.


Conciliación


El reparto de tareas, heredar la ropa, que los niños más mayores vayan adquiriendo actividades de responsabilidad...Son algunas de las "tácticas" que menciona Valle para sobrevivir a una rutina con nueve hijos. "Este año casi nunca hemos llegado tarde al cole", cuenta Valle. "Si hubiera conciliación de verdad, otro gallo cantaría", responde Nieves.

Los problemas logísticos llevaron a la "matriarca", Nieves, a pedirle a las monjas de clausura de Allariz, hace siete años, celebrar la cena de Nochebuena en su monasterio. Al parecer, están encantadas. "Siempre nos tienen una bandeja de dulces. Son encantadoras. Al día siguiente participamos en la misa de Navidad. El primer año que fuimos la iglesia estaba vacía, ahora se llena. Los curas se mondan de risa cuando ven a todos los bebés. Y los niños esperan todo el año a ese momento. Se quedan a dormir en el albergue de las monjitas todos los primos juntos y eso para ellos es como un campamento. Cantan, tocan la guitarra, los villancicos...Eso es para ellos la Navidad, no Papá Noel", cuenta la madre.

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