Opinión

Fraternidad y unidad

La iglesia de San Martiño Pinario acogió en esta ocasión la ceremonia de la Ofrenda al Santiago Apóstol -exenta por lo tanto del característico botafumeiro de la catedral- y en la que esta vez no hizo falta un delegado regio, pues la hizo el propio Felipe VI cumpliendo con una tradición instituida en 1643 por otro Felipe, el cuarto. Una tradición que surgió con el propósito de compensar a la Iglesia compostelana y al propio santo por los duros años que habían vivido desde finales del siglo XVI, donde se cuestionó dicha tradición e incluso desde algunos estamentos se presionaba a la Corona proponiendo al arcángel san Miguel como patrono de España. 

Nuestro monarca, en su invocación, volvió a la línea de algunos de sus últimos discursos públicos en el sentido de hacer un llamamiento a la “fraternidad y la unidad”, subrayando que “son las ideas que mejor germinan en el espíritu de los pueblos, moviéndolos hacia grandes logros. Hoy ese logro consiste en ser capaces de aminorar el impacto de la crisis, sin merma de la solidaridad entre personas y territorios que los españoles consagramos en la nuestra Constitución”.

Y es que de un tiempo a esta parte, Felipe VI no deja de apelar a la necesidad de afrontar el pueblo español un esfuerzo común y de ahí que en esta intervención compostelana hiciese llamamientos a la fraternidad y la unidad y aludió a que esta tradición forma parte de aquellas que son “necesarias porque suponen un anclaje en el transcurrir del tiempo, ofrecen perspectiva a nuestros problemas, elevan el espíritu y fortalecen la unidad”.

Y en otro momento volvió a insistir en esa necesaria unidad matizando que ahora toca “mantenernos diligentes y prudentes ante el virus, al tiempo que se afrontan sus consecuencias sociales y económicas que requieren una unidad profunda en torno a nuestros valores compartidos y un compromiso firme en la búsqueda del bien común”. Y agregó: “La última prueba de esa solidaridad se dio precisamente en los tramos más agudos de la pandemia, cuando España actuó al unísono y españoles geográficamente distantes se sintieron unidos en una causa común, en una lucha compartida”.

Como comentamos, las alocuciones del monarca tienen una idea común, como es inculcar a los ciudadanos la importancia de la unidad.

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