Las llamas frenan la posible recuperación para el turismo de las minas de wolfram de A Veiga

El fuego arrasó las casas del poblado minero de Vilanova

La residencia de los directivos de la explotación, después del incendio. (Foto: LR.)
Los incendios forestales que a finales de febrero arrasaron los montes de Ponte y Vilanova (A Veiga) no sólo dañaron un paraje excepcional del macizo de Trevinca. Sus llamas también arruinaron un viejo proyecto del Concello, la recuperación con fines turísticos de las construcciones de las minas de wolfram de Vilanova, que se explotaron en el siglo pasado.
Ardieron 350 hectáreas de monte raso, según la Consellería de Medio Rural e do Mar y con los arbustos se quemaron los restos de la vivienda de los jefes de la explotación y la nave que sirvió de almacén y oficinas, como confirmó Antonio Pena 'Cholo', autor del libro 'As minas de wolfram de Vilanova (1918-1952)'. A escasos 200 metros hay un segundo núcleo, próximo a la bocamina y formado por media docena de edificios. Aquí, el fuego agravó aún más su deficiente estado y sólo respetó el taller mecánico.

'Hai tempo que se estudia facer algo nas minas, anque había problemas coa propiedade. A nosa intención era facer un pequeño complexo turístico', confirmó el alcalde popular de A Veiga. A renglón seguido, Edesio Yáñez Gómez lamentó que los planes municipales se desvaneciesen entre el humo del incendio forestal. 'Posúe un atractivo turístico moi grande. É unha pena, agora non se poderá facer nada', dijo.

Las minas de wolfram echaron el cierre en 1952. Sin embargo, el desarrollo del turismo industrial sumado al entorno natural incomparable de Trevinca, hicieron de ellas una posible fuente de ingresos, que nunca fue aprovechada. En 2007, el Concello que entonces dirigía el socialista Fernando Fernández Yáñez, con ayuda de la Xunta, editó el citado libro de Antonio Pena sobre la explotación. En su prólogo, el regidor dice que las Administraciones 'deben incentivar a recuperación do patrimonio arqueolóxico industrial'.

La clase política no es la única que lamentó la destrucción de las construcciones de Vilanova. Marcos Pérez Rivas, presidente Trevihost, la asociación de hosteleros de A Veiga, también dijo que 'cualquier destrucción do patrimonio, bien sexa arqueolóxico ou natural é un desastre. É unha pena'.

HISTORIAS DE ALEMANES Y ESTRAPERLISTAS

Las minas de wolfram de Vilanova fueron abiertas en 1918, cuando las de Casaio ya hacía cuatro años que estaban siendo explotadas y cuando las armas de la Primera Guerra Mundial comenzaban a callar. Su resistencia favoreció su uso con fines bélicos, como demuestra su resurgir durante la Segunda Guerra Mundial, en la etapa denominada popularmente 'dos alemáns', coincidiendo su cierre (1944) con los últimos estertores de la contienda. La última fase fue entre los años 1950 y 1952.

Las primeras exploraciones, su apertura y la etapa final fueron promovidas por una sociedad familiar: Conde y Hermanos. Fue la propietaria de las minas, si bien en la Segunda Guerra Mundial la gestión pasó a manos alemanas.
En los momentos de mayor actividad, su plantilla se aproximó a las 90 personas, trabajando hombres, mujeres y niños. Fueron los empleados los que contribuyeron a encarecer los precios del mineral y a divulgar las historias relacionadas con el estraperlo o robo del wolfram. En el periodo 'dos alemáns', había tres precios: el oficial, el que pagaban los ingleses y el que los alemanes ofrecían para recuperar el botín robado e impedir que los aliados se hiciesen con él.

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