Opinión

Galgos o podencos

El PSOE es una jaula de grillos. Que si primarias antes que congreso; que si primero congreso y después primarias; que si sólo congreso extraordinario porque ya me contarán ustedes quien es el guapo o la guapa que en otoño se atrevería a disputar la primacía al nuevo jefe o jefa de la tribu. En esas están. En un laberinto que, a mi modo de ver, describe el desconcierto próximo al pánico en el que les ha sumido el castigo que recibieron el pasado domingo. Porque, recordémoslo, aunque Elena Valenciano era quien se hizo la foto para el cartel electoral, fue Pérez Rubalcaba quien planteó los comicios en clave de plebiscito sobre la política del Gobierno Rajoy. Si se me permite la expresión, nunca un partido de la oposición lo había tenido tan a huevo. Tenía enfrente a un Ejecutivo autor de un reforma laboral que abarata el despido, precariza el empleo y provocó una huelga general; con subidas de impuestos en contra del programa electoral; con injerencias y control en los órganos de gobierno del Poder Judicial; con iniciativas que merma registros esenciales del Estado de bienestar -Sanidad, Pensiones, o tasas universitarias, etcétera.

En los comicios europeos del 15-M, en todos los países de nuestro entorno, crujido por las medidas de ajuste (Italia, Portugal o Grecia), venció la izquierda. En todos menos en España. Aquí, es verdad que el PP perdió dos millones y medio de votos, pero fue el partido más votado. Mientras que el PSOE -que también perdió dos millones y medio de votantes- fue el gran derrotado. Por eso creo que no deberían perder un minuto y abrir un proceso de reflexión para diagnosticar las causas del hundimiento. Si no lo hacen, si se pierden en luchas internas estériles a efectos del interés ciudadano, el pronóstico sobre el futuro del partido es malo. Véase lo que le está pasando al PASOK en Grecia y lo que fue del PSI de Craxi en Italia. El fantasma de Zapatero les persigue. Un partido que cuando gobernaba -ya en plena crisis- no fue capaz de cambiar una Ley de Desahucios que dejaba en la calle a miles de desamparados, que no impidió el expolio de las preferentes, ni acabó con el paraíso fiscal interior que son las SICAV, tiene mucha autocrítica por hacer. El domingo se lo dijeron en voz alta los electores. Por eso sorprende qué pierdan el tiempo discutiendo qué si son galgos o si son podencos.

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