Opinión

Galicia en la parada

Con una población cada vez más añosa y con dificultades para superar la prueba del psicotécnico que permite renovar el permiso de conducir, lo lógico sería que Galicia liderase las estadísticas de uso de transporte urbano.

Y aunque la edad no haya mermado la pericia con el volante, la posibilidad de desplazarse sin aligerar el bolsillo ni pasar el engorro de buscar aparcamiento para mayores de 65 años y pensionistas, como también para personas con capacidades diferentes, desempleados y chavales que no hayan alcanzado la mayoría de edad legal, como sucede en ciudades como Ourense, las colas en las paradas tendrían que obligar a doblar las rutas para dar una respuesta adecuada a la demanda.    

Pero resulta que el Instituto Nacional de Estadística acaba de publicar las cifras del año pasado y cuentan que en Galicia los viajeros que utilizan el autobús urbano sólo han crecido un 0,1% respecto al año anterior y en la comparativa del mes de diciembre la caída fue de 6,2%, la mayor en todo el Estado. Y si esto sucede es porque el personal pasa de correr el riesgo de agarrar un catarro en la parada mientras espera por el transporte. 

Cuando el servicio funciona con puntualidad y las rutas se diseñan teniendo en cuenta las necesidades de los ciudadanos, la gente tiene claro que subirse al autobús es la mejor manera de moverse. Los barrios ourensanos de Santa Mariña, San Francisco o Plaza 500 se han sumado a la reivindicación de una reordenación que hacen en otros puntos de la ciudad como Reza, O Couto, Vistahermosa, Rabo de Galo, Oira o A Rabaza.

Que no exista servicio de transporte hasta los polígonos de San Cibrao o Barreiros denota que desde el coche oficial se aprecian peor las necesidades del pueblo.

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