Opinión

Grazas Ourense

En estos días se cumplen dos años de la muerte de Luis González Seara y será en su Ourense natal, en su querida Mezquita, donde volveremos a intuir su sonrisa socarrona y su inteligente mirada. Seguro que él nos estará contemplando, desde algún rincón de la casa de su adorada abuela, restaurada por Merche y Carmen, sus hermanas, y por Jacinto, mucho más que un cuñado o un primo. Aquí, el Concello de A Merca colocará una placa con su nombre. 

Luis, tremendamente tierno, se secará discretamente una lágrima y esbozará una triste sonrisa de agradecimiento para todos aquellos que han promovido esta actuación, con la aprobación de todos los grupos políticos que forman la Corporación municipal de A Merca.

La última vez que estuvimos aquí, cuando su enfermedad daba las primeras señales, comimos con Jacinto y Merche en este lugar y nos recordaba su dura infancia, ya que su padre , maestro, fue expulsado de la docencia por haber contribuído a formar el sindicato ATEO, que no era otra cosa que las siglas de : Asociación de trabajadores de la enseñanza de Ourense. Eran otros tiempos y Luis quiso, desde entonces, cambiarlos.

Con becas y mucho esfuerzo, su vida profesional recorrió muchos campos. Desde la docencia y su Cátedra de Sociología hasta la creación de esa titulación siendo Decano de la Facutad en la UCM. Además tenía que impedir que los grises entraran, con lo que salvó a muchos estudiantes de detenciones injustas. El Instituto de la Opinión Pública; la inversión en Investigación cuando fue Secretario de Estado de Universidades, la creación de Cátedras nuevas, la LAU…Fue el único ministro de Universidades e Investigación en la democracia. También, senador por Ourense y diputado por Pontevedra en representación de la UCD de Adolfo Suarez.

Fue fundador y asiduo colaborador de El País, Cambio 16, Diario 16, La Clave y obtuvo varios premios periodísticos, pero también persecuciones en el tardofranquismo.

Su ideología socialdemocráta, compañero infatigable de Paco Fernández Ordóñez, basada en la defensa a ultranza de las libertades y, al mismo tiempo, de actuaciones  públicas para luchar contra las desigualdades, la mantuvo hasta el final de sus días. 

No quiso entrar en el PSOE, pero éste le ofreció dos embajadas, que no aceptó y el Comisariado de Europalia-España, que sí aceptó, al ser  la mayor presentación de la cultura española en Europa. Fue un éxito.

Muchas cosas más se podrían decir de Luis, hoy , cuando tantas frustraciones nos ofrece el paisaje político. Sin duda, desde el interés general, el diálogo, el debate para llegar a consensos y la buena voluntad (sin marketing de por medio), serían su punto de partida para hacer Política, con mayúsculas, sin militar en ningún partido. Hablaría con todos, sin atacar a nadie, expondría razones y  nos señalaría caminos y principios para salir del laberinto actual.

Nos ayudaría a transitar a todos.​

Muchos, especialmente hoy, en este remanso de paz de A Mezquita, le añoramos y recogemos sus ideas y su trayectoria. Moitas grazas, Luis, por haber sido así. Las Meigas te cuidarán y te darán  de comer tu deseada comida galega.

Luego lo celebraremos contigo y recitaremos a Curros Enríquez

-¡Ai- dixo, /¡que triste!/¡que triste eu estou!/I sapo que oía,/Repuxo: ¡Cro, Cro!....

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