ECONOMÍA

¿Hablar de sanidad es hablar de economía?

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photo_camera Personal del Clínico de Santiago reclama una mejor sanidad pública.

La sanidad es el objetivo prioritario del Estado del Bienestar que caracteriza a las economías occidentales, de ahí su importancia en miles de millones de euros. Pero en Galicia está pasando algo extraño.

Tal vez la pregunta del titular –¿Hablar de sanidad es hablar de economía? -no es pertinente en un país donde ni siquiera los especialistas tienen claro qué es la sanidad. Tampoco los académicos, que le dan varios significados, entre ellos estos dos: 1) cualidad de sano o saludable, 2) conjunto de servicios gubernativos ordenados para preservar la salud del común de los habitantes de la nación, de una provincia o de un municipio. En el imaginario colectivo, una cosa es hablar de cómo deben organizarse los hospitales y los médicos -léase, la sanidad-, y otra es hablar de cómo mejorar la sociedad para que todos los ciudadanos estén más sanos, con lo cual estaríamos hablando de salud. En realidad el término salud sería más inclusivo que el de sanidad, y, de ser así, englobaría a este último.

Pero volviendo a la pregunta, viendo las cifras que maneja solo la sanidad pública, existen razones fundadas y datos suficientes para sostener que hablar de sanidad es hablar de economía. Y máxime en una comunidad como Galicia, donde 1,40 euros de cada tres se destinan a sanidad, según el presupuesto liquidado de 2017. En total, 3.729 millones de euros.

Si bien son generalizadas las críticas a la Xunta por su política sanitaria, se constata que, en Galicia, el gasto en sanidad por habitante está en los niveles máximos de la serie que va de 2007 a 2018.

La profesora de economía María do Carme García Negro ha emplazado a sus colegas que analizan la evolución del gasto público del Sergas a ver otras variables, como, por ejemplo, en qué se gastó. Sostiene que solo con un análisis del gasto económico y funcional se podrá decir algo con sentido.

Lo que sí es cierto es que el crecimiento del gasto sanitario ha sido notable en los países desarrollados, sobre todo desde la década de los sesenta. De hecho, la sanidad se ha convertido en un objetivo prioritario del Estado del Bienestar que caracteriza a las economías occidentales. Factores como la universalización de la cobertura sanitaria, el envejecimiento de la población -especialmente acusado en Galicia, del mismo modo que la dispersión- y la introducción de tecnologías punta son algunas de causas de ese crecimiento, cuyo principal financiador es el Estado.

¿Es compatible exigir más médicos y más equipamientos con admitir que la sanidad pública funciona? Sobre el papel la respuesta tendría que ser positiva, pero en Galicia la oposición ha convertido la sanidad en el gran flanco de ataque a Feijóo. Objetivamente, no hay base para ello, salvo que el estudio que reclama María do Carme García Negro aflore desviaciones al sector privado, irregularidades o cosas por el estilo.

¿Por qué no hay base? Si la hubiera, en otras comunidades también la oposición tendría que estar en pie de guerra, y no lo está. La razón es evidente: el porcentaje de gasto de Galicia (33,98%) supera los ratios de Cataluña (28%), gobernada por los independentistas, y de Andalucía (30%), hasta ahora gestionada por el PSOE, que son las dos comunidades más pobladas de España. Es decir, o aquí alguien se lleva el dinero de la sanidad, en cuyo caso la oposición debería denunciarlo, o no es serio afirmar ciertas cosas. Dicho desde la neutralidad más absoluta.

¿Qué no denuncia y en cambio podría investigar la oposición? La privatización de la compra de alta tecnología. Es uno de los puntos débiles de la gestión sanitaria de Feijóo, lo cual no evita reconocer sus puntos fuertes.

@J_L_Gomez

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