Opinión

Iberia

La “broma” de Iberia de someter a un test de embarazo a las mujeres que optan a un puesto de trabajo en la compañía ha costado 25.000 euros. Pecata minuta para una empresa que factura cerca de los mil quinientos millones de euros al año. 

Es una evidencia que el hecho de someter a una candidata a una prueba de embarazo antes de contratarla abre la puerta a una evidente discriminación laboral. La Inspección de Trabajo considera que la compañía ha cometido una falta grave. La ministra de Sanidad e Igualdad no vaciló un minuto en “rechazar contundentemente” el comportamiento de Iberia. El Instituto de la Mujer habla de una práctica “ilegal” y de “grave atentado” a los derechos laborales. Sindicatos y otros organismos van en la misma línea de máxima condena. 

¿Y qué dice la compañía? Que la medida no pretende ser un filtro para no contratar mujeres embarazadas sino para no asignarles cierto tipo de trabajos que puedan dañar al feto y a la propia mujer. 

En su web Iberia aporta amplia información sobre la configuración de su plantilla, un 38% compuesta por mujeres, y aporta, además, detallada información sobre las facilidades de conciliación y flexibilidad laboral. Es más, afirman que este año entraron por primera vez en la compañía seis mujeres embarazadas. 

Después de leer la información de Iberia cabe matizar la alarma producida por el hecho de que una compañía de la importancia de Iberia practique medidas discriminatorias e ilegales.

Pero es cierto que dos hechos me parecen sospechosos. El primero, que el test de embarazo se realice antes de la contratación. Si el test no pretende excluir a la candidata por su embarazo ¿por qué no se hace después? y, en segundo lugar, si la medida es considerada oportuna y defendida por el departamento de recursos humanos de la compañía ¿por qué la retira?

Desde hace mucho tiempo algunas entidades, como Executivas de Galicia, insistimos en la necesidad de eliminar el estigma del embarazo cuando una mujer en edad fértil busca trabajo. La solución no es simple, pero desde hace ya mucho tiempo sabemos que la baja de paternidad obligatoria e instransferible para el padre ayudaría mucho.

Pero vayamos más lejos. No podemos mirar hacia otro lado cuando nos encontramos diariamente con empresarios (hombres y mujeres) que relatan las enormes dificultades que les supone, como Pymes, contratar a trabajadoras que, tarde o temprano –y con toda la razón del mundo- optarán por ser madres y disfrutarán de una baja maternal y de unas condiciones de flexibilidad para la crianza. 

Existe una realidad objetiva que no podemos negar. Y no pienso ahora en Iberia, sino en los millones de pequeños empresarios que componen nuestro modelo productivo. 

La ecuación cuenta con tres elementos: necesitamos impulsar la natalidad, es preciso avanzar en materia de igualdad y necesitamos incorporar al máximo número de mujeres al mercado laboral. 

Este es el desafío que tenemos por delante. No vale hacer trampas y optar por el atajo que es subvencionar la natalidad con la mujer en casa. Tampoco vale aparcar la igualdad de oportunidades durante 9 meses de embarazo y otros 4 de baja por maternidad, y luego volver a empezar como si aquí no hubiese pasado nada.

Estas opciones son las que expulsan a la mujer del mercado laboral y, por tanto, la marginan de la toma de decisiones; es decir, una marcha atrás absoluta en materia de equidad.

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