BOLA EXTRA

El impacto electoral del fútbol

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photo_camera La imagen del presidente del Celta, Carlos Muriño, contemplando de pie a Abel Caballero y a Carmela Silva ratifica el desencuentro entre el club y el Concello.

El desencuentro entre Caballero y Mouriño recuerda al de Vázquez y Lendoiro, pero el exalcalde coruñés nunca acudió al palco

El pasado miércoles el Celta empató en Balaídos contra el Barcelona, pero la imagen que perdura es la escenificación indisimulable de la gresca entre el presidente del club, Carlos Mouriño, y el alcalde de Vigo, Abel Caballero. La entente alcanzada a finales de diciembre de 2017 con la firma del acuerdo en un acto multitudinario en el Hotel Los Escudos entre el Celta, el Concello y la Xunta para terminar la reforma de Balaídos y acometer la ciudad deportiva en Mos, quedó trizada por las recientes alegaciones al proyecto en el municipio vecino. Mouriño cumplió la amenaza  de dejar libre su asiento al lado del regidor e incluso impidió a Carmela Silva, presidenta de la Diputación de Pontevedra, que ocupase la butaca para evitar una imagen tan comentada como el partido que firmó Iago Aspas.

Al día siguiente, la memoria del aficionado celeste se giró hacia la casa del eterno rival para recordar las tensiones  entre el presidente del Deportivo, Augusto César Lendoiro, y el alcalde de A Coruña, Francisco Vázquez, en la última década del siglo pasado cuando se disputaron el bastón de mando en María Pita, el primero con la camiseta del PP, el segundo con la del PSOE. Aunque el paralelismo puede resultar inevitable, se trata de dos casos totalmente distintos. No hay señales que permitan detectar que Mouriño pretenda dar el salto a la arena política, como sí hizo sin  fortuna Horacio Gómez, su predecesor en la presidencia del Celta; ni tampoco Francisco Vázquez quiso utilizar el palco de Riazor para incrementar su visibilidad electoral o empañar la de Lendoiro gracias a los éxitos deportivos. 

La política acabó fulminando la amistad de los dos compañeros de pupitre en los Maristas por las duras campañas de 1991 y 1995 en las que Lendoiro compaginó la presidencia del club con el cartel electoral del PP. Vázquez decidió no acudir al palco de Riazor para diferenciar entre política y deporte. Lo cumplió a rajatabla. Ni siquiera se dejó ver la tarde en la que el Deportivo se proclamó campeón de Liga en la temporada 99-00. Su ausencia no impidió que el asenso o los títulos, como el referido torneo de la regularidad o las dos Copas, se celebrasen en María Pita por todo lo alto. Y el aficionado también diferenció los dos asuntos, ya que muchos coruñeses se confesaban a la vez tan 'lendoiristas' en lo deportivo como 'vazquistas' en lo político. La incidencia electoral de los éxitos del Dépor podría decirse que fue nula a la vista de los resultados, aunque algún voto siempre puedes perder como cuando una obra genera descontentos. Vázquez recuperó su abono al día siguiente de que Tino Fernández asumiese la presidencia. Curiosamente es el mismo asiento que ya ocupaba su padre y el único de tribuna inferior resguardado por un muro que mandó levantar en el estadio municipal para que los vecinos no le diesen la turra durante los partidos. En la actualidad sigue acudiendo a Riazor con sus nietos. Entre Tino Fernández y Xulio Ferreiro, actual alcalde de A Coruña, también hay buena sintonía. Los dos acudieron  juntos el pasado día 13 de marzo al entrenamiento para animar a la plantilla. 

La amenaza de Mouriño de construir un estadio en el municipio de Mos ha pasado de las coñas, como la del "Real Club Celta de Mos" y la postura en contra de la mayoría, a ser tomada en serio por un sector de la afición. Por primera vez la opinión de Balaídos está dividida y a Caballero ya no le contestan todos amén, como comprobó el miércoles pasado en el palco de autoridades tras el gesto de Mouriño. Queda un año para las elecciones municipales. Aunque el triunfo de Caballero parece indiscutible, podría darse el caso de que el Celta estuviese clasificado para disputar la Liga de Campeones y Mouriño impidiese al alcalde y candidato participar en unos festejos que tanto le gusta protagonizar. 

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