En las inversiones productivas pesa siempre más la cabeza que el corazón

Portugal ha consolidado una posición geoestratégica importante en el ámbito industrial

La localización industrial es un seguro de crecimiento económico y constituye un indicador de la competitividad territorial. A lo largo de los años ha estado en la base de las políticas de promoción industrial y de desarrollo local, que las administraciones públicas han puesto en marcha en sus territorios de influencia con más o menos eficacia. 

En Galicia, la política pública de suelo industrial seguida durante años se ha caracterizado por dar cobertura a todo el territorio, urbanizando cada comarca con suelo industrial. La creación de polígonos se acometió  siempre con criterios heterogéneos en cuanto a ubicación, servicios, conexiones y  costes dispares. En unas comarcas escasean  y en otras sobran metros, en unas tiene precios elvadísimos y en otras son baratos.

El resultado de esta estrategia, es el de un  modelo con más de 110 polígonos industriales, comerciales y de servicios situados en las cuatro provincias gallegas, con una superficie que supera los 47.000.000 metros cuadrados  estando además en proyecto o en construcción nuevos parques empresariales, lo que va a incrementar la oferta de terreno en más de 25.000.000 metros cuadrados. Lo que configura un modelo minifundista y en muchos casos con una baja calidad en las dotaciones, a lo que añadir el agravante del precio, hasta la fecha, tres, cuatro y hasta diez veces más caro que en otras localizaciones  como pueda ser Portugal. El modelo portugués al ha sabido favorecer a lo largo de este nuevo siglo entornos de mejora competitiva que generan oportunidades de negocio atrayendo inversiones de todo el noroeste de la Península Ibérica y en especial de la Eurorregión de Galicia-Norte de Portugal que ha consolidado sin darnos apenas cuenta una posición geoestratégica.  

La apertura de una empresa en el país vecino es más fácil, más rápida y más económica. Además de la oferta de numerosos polígonos con parcelas y superficie disponible a precios irrisorios, o incluso gratis, las empresas disfrutan de ventajosas condiciones fiscales y se ven favorecidas porque la mano de obra resulta hasta un 30% más barata, y a ello se añade la apuesta de los alcaldes del norte de Portugal por ofrecer paquetes a medida, dependiendo de la actividad, incluyendo un servicio complementario de asesoramiento, gestión y acompañamiento desde la ubicación e instalación de la empresa hasta su puesta en marcha.  

Las facilidades en las áreas industriales portuguesas a los inversores explican que cada vez más proveedores se asienten en el país vecino, en donde a la localización y al precio del suelo se unen estos otros factores que pesan como son la calidad y las dotaciones de los parques, esto es, los servicios que ofrecen, desde necesidades básicas como agua, luz o recogida de basuras, hasta otras prestaciones, como guarderías, gestión y herramientas tecnológicas.  Y son precisamente todas esas facilidades las que marcan la diferencia entre los atractivos de un país frente al otro. 

LA DESLOCALIZACIÓN

El sector de la automoción es el más visualizado al analizar el problema de la deslocalización hacia Portugal, pero el metal  y el textil están también muy afectados, por citar solo algunos de los más representativos. Primero fueron las multinacionales las que han puesto sus ojos en Portugal, pero desde hace ya tiempo, son muchas las empresas gallegas atraídas por las ventajas en costes del país vecino.

Sectores como la automoción por ejemplo, apenas  captan nuevas inversiones desde los años anteriores a la crisis. En el caso de Citröen por ejemplo, quizá la cadena de valor más significativa de la comunidad, casi una treintena de las empresas  auxiliares de la planta viguesa están en Portugal en una decena de polígonos asentados en el eje atlántico, cuando las sociedades aún presentes en la  comunidad gallega representan una centena  integradas en Ceaga, el Clúster de Empresas de Automoción.  

Y está claro que la evolución del ritmo de captación de empresas por parte de Portugal es directamente proporcional a la debilitación de la inversión en la Comunidad. Y  los polígonos del norte de Portugal han conseguido atraer con suelo barato a decenas de empresas gallegas. Tanto es así que el 95% de las firmas instaladas en el parque de Valença do Miño son de aquí. Firmas como Gestamp, Delphimetal, Antolín o Faureciahan tenido claro que la distancia entre sus fábricas y el cliente supondría un coste, pero siempre inferior a la inversión que requeriría instalarse en nuestra comunidad. La situación actual es que Galicia posee una bolsa de  suelo industrial espectacular de seis millones de metros cuadrados disponibles.  

Por si fuera poco, el clima económico portugués no deja de mejorar mes a mes y los analistas han dado por finalizado el periodo de recesión. Portugal se ha convertido ya en un  duro competidor para Galicia, en el ámbito de las inversiones productivas en las que pesa siempre más la cabeza que el corazón.

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