ENTREVISTA

José Manuel Lage, rural de vocación

20190710165332070_result
photo_camera Los médicos rurales eran sabios y muy humanos

Acaba de inaugurar en su Maceda natal un museo dedicado al médico rural, una vocación de la que fue partícipe durante 40 años de ejercicio.

Desde su época de estudiante de Medicina en la Universidad de Santiago, José Manuel Lage (Maceda, 1951) se convirtió en un recopilador de aparatos y objetos relacionados con la historia de la medicina rural. No era el suyo un afán de coleccionista, sino una pasión por una profesión que se convirtió en la suya. El último médico rural de Maceda cerró un ciclo sin el cual no se puede entender la historia de Galicia.

1. ¿Fue la suya una vocación temprana?

Sí. Tenía claro que quería ser médico rural. Estudié la carrera en Santiago, entre 1970 y 1976 y al terminarla empecé a trabajar como médico titular en San Xoan de Río, en la comarca de Trives. Luego hice la especialidad de médico de Familia como Mir en Baleares y en el Juan Canalejo de A Coruña. De hecho, la mía fue la primera promoción. Y en 1980, ya con la especialidad hecha, vi que había plaza en Maceda y la solicité.

2. ¿Quería ser médico en su pueblo?

No solo eso. Quería seguir una tradición y una auténtica singularidad que comenzó un siglo atrás: todos los médicos de Maceda en los últimos cien años eran naturales de este municipio. Auténticos héroes que se sacrificaron por su pueblo en tiempos muy difíciles. Yo fui el último de todos. También fui el primero en estrenar el modelo moderno del centro de salud.

3. Usted vivió en primera persona la transformación de la atención médica. ¿Cómo fue esa evolución?

En Galicia en general y en el rural más concretamente, hubo una gran evolución desde 1960 y 1970, porque supuso la implantación de los medicamentos. Hay que tener en cuenta que, aunque la penicilina existía desde la Segunda Guerra Mundial, a Galicia no llega hasta la década de 1960. Hasta entonces, venía de contrabando desde Portugal. El médico rural recetaba sus fórmulas para atender determinadas afecciones, a veces las preparaba él, con sus químicos y plantas, otras le pasaba la receta al farmacéutico que era quien normalmente las hacía. El desarrollo se fue produciendo a partir de 1970 y ya de una manera más amplia en 1980. No obstante, en la década de 1980, cuando yo empecé a practicar la medicina en Maceda, había parroquias que todavía no tenían luz, y tenías que llegar con un candil.

20190710165335054_result4. Pero eso fue ayer...

Sí. En mi primera etapa de médico en Maceda, hasta 1990, yo tenía la consulta en casa. Trabajaba los siete días de la semana y las 24 horas. Éramos dos médicos en Maceda para un territorio y una población que entonces superaba los cinco mil habitantes. Yo tenía un cupo de más de 2.500 cartillas. Ahora no llega a los tres mil. Visitábamos a domicilio, atendías urgencias, partos, prácticamente todo. Pero en el caso de mis predecesores todavía era peor. Porque no había ni siquiera caminos y el médico tenía que llegar a caballo o a pie hasta la casa del enfermo. No había medicamentos, no había residencia sanitaria en Ourense y el médico rural trataba siempre de resolver el problema de salud hasta su curación. Eran auténticos  sabios, científicos.

5. ¿Cómo era la retribución?

Antes de la existencia del Insalud, que fue el precedente estatal al Sergas, los médicos cobraban una cantidad a sus pacientes, lo que se denominaba la iguala. Muchos, que no podían pagar en efectivo, lo hacían en especie, con productos del campo. Era una economía de autosuficiencia y había familias  que ni tan siquiera tenían esa posibilidad. Pero eran atendidos igualmente, porque primaba el carácter humanitario de estos profesionales. Con el Insalud, se estableció el cupo y el médico cobraba en función del número de cartillas que tenía asignadas. En pueblos con muchos trabajadores del campo, adscritos al régimen especial agrario, tenían una posición económica más desahogada. En otros, con poblaciones muy reducidas o pocos agricultores, la vida era muy modesta.

6. El médico vivía en el pueblo en el que ejercía ¿era importante?

Muy importante y ahí está una de las grandes diferencias con respecto al modelo actual El médico no solo te atendía y te curaba. Era tu vecino.  A mí se me tiene dado el caso de encontrarme a un vecino en la calle y decirle a su mujer “dille que me veña a ver á consulta”, porque al verle te das cuenta que está enfermo. 

7. ¿Y el papel social? 

Los médicos eran dinamizadores de la cultura local.  Por lo general hablamos no solo de  universitarios, sino también poseedores de una importante cultura humanística, con un pensamiento tolerante, vistos con recelo por las autoridades. Hay muchos que organizaban actividades culturales y deportivas en su pueblo, incluso se implicaban en la prosperidad del mismo y tenemos ejemplos de médicos que luego fueron alcaldes. Hoy en día el 90 por ciento de los médicos no viven en el pueblo en el que consultan.

8. ¿Estaba más desarrollado el ojo clínico?

Qué remedio quedaba! El médico rural era, sobre todo un médico clínico. Con su fonendo, un termómetro y unos pocos medios, exploraba y diagnosticaba. Ten en cuenta que el 90 por cientos de las enfermedades que se trataban entonces en el rural podían ser resolutivas con la clínica del médico rural.  El médico además era siempre un gran estudioso, podía disponer de un pequeño laboratorio, realizar análisis, radiografías, ver por rayos… En el museo, encontraremos, por ejemplo el primer equipo portátil de radiología, con el que el médico era capaz de atender y radiografiar en el domicilio. Es más. Llevaba en su furgoneta un equipo de revelado portátil para no tener que volver a la consulta.

9. ¿Cómo surgió el museo?

El museo surge casi naturalmente, porque yo llevo más de cuarenta años recopilando aparatos, objetos, material de todo tipo. Tenemos grandes aparatos, de radiología, cardiología, que nos sirven para comprender la evolución en el desarrollo de estos sistemas, pero también pequeños elementos que nos guían en la evolución de estos objetos. O los tarros y frascos con los productos químicos con los que se preparaban los medicamentos mediante fórmulas magistrales, la biblioteca... Son más de dos mil objetos queestán a disposición de quien quiera verlos y comprender cómo ha sido la evolución de esta profesión, y sobre todo, el trabajo abnegado de estos auténticos héroes.

10.  Está en el bajo del concello. ¿Es ese su objetivo?

Yo quiero creer que es su punto de partida. Hacía falta ponerlo en marcha, abrirlo al público y ahí la colaboración del Concello de Maceda fue fundamental. Mi idea es que, con el tiempo, se traslade a un edificio, una casa antigua, que sirva para comprender cómo era la vivienda del médico rural. Su vivienda, su despacho, la sala, el laboratorio… todo organizado como realmente era en la realidad. 

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