entrevista obispo de astorga

Juan Antonio Menéndez: “Más que la escasez, el problema es la vejez de los sacerdotes"

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photo_camera Juan Antonio Menéndez, oficiando como obispo de Astorga.

El 19 de diciembre de 2015, tomó posesión como obispo de Astorga

El 19 de diciembre de 2015, Juan Antonio Menéndez Fernández tomó posesión como obispo de Astorga. Desde entonces, visitó en varias ocasiones la zona gallega de la Diócesis, abrió la Puerta del Perdón, en As Ermidas (O Bolo), y ofició misa en O Barco.

¿Qué diferencias encontró en la Diócesis de Astorga, respecto a la asturiana?
En líneas generales no hay diferencias. Las diócesis funcionan más o menos de forma parecida, tras el Concilio Vaticano II. Después, se han dado unas normas con el Código de Derecho Canónico y se ha unificado la forma de actuar, aunque la realidad, tanto eclesial como social, es distinta. Esta es una diócesis muy extensa, con muchas parroquias, más incluso que Asturias, pero con muchísima menos gente. Tiene un tercio de la que posee Asturias. Lo mismo sucede con los sacerdotes.

¿Es grave la falta de sacerdotes?
Más que la escasez es la vejez. Algunos están al límite de sus fuerzas y, con mucha generosidad, siguen colaborando para que la gente pueda celebrar la eucaristía de los domingos. Es más bien cuestión de ancianidad.

¿Cómo evolucionan las vocaciones religiosas en la Diócesis?
Las vocaciones han disminuido; en esta diócesis de una manera alarmante, puesto que en los últimos siete años no se ha ordenado un sacerdote. Ahora parece que ha repuntado, pues tenemos siete seminaristas mayores y 14 en el seminario menor, lo cual nos da cierta esperanza de cara al futuro. Por eso, insisto mucho a los fieles que pidan al Señor que nos mande sacerdotes y que nos conserve los que tenemos.

¿Influyó la crisis de valores en esta situación?
Sí. Es evidente que la secularización lleva consigo el apartamiento  de Dios en la vida pública y en la privada, además de traer como consecuencia este oscurecimiento de la fe. Por nuestra parte, hemos de insistir en el testimonio evangélico, en como a nosotros la fe nos ayuda.

¿Cree que el papa Francisco cambia la imagen de la Iglesia?
El papa Francisco tradujo a mensajes muy cortos, que puede comprender la gente, lo que los papas anteriores y el magisterio de la Iglesia siempre ha dicho. Además, lo acompaña con gestos personales, lo cual llega más directamente a las personas. Por eso está reclamando la atención de aquellos que estaban mirando hacia otro lado, respecto a la Iglesia, y consiguió que ahora se interesen por ella. Lo que el papa Francisco hizo fue despertar ese interés. Ahora, las diócesis tenemos que lograr que se acreciente y estas personas vengan a la fe.

¿Esta falta de curas aumenta la implicación de los fieles?
En las parroquias siempre se reunió la gente para rezar y para actos de piedad que no necesitan tener presente al sacerdote. Recomiendo que se abran las iglesias los domingos, que se rece el padrenuestro en comunidad y, ciertamente, la mejor forma de celebrar el domingo es viviendo la eucaristía, pero quien no pueda ir a una iglesia donde se celebra puede ir a la iglesia de su pueblo  y rezar con otros hermanos.

¿Cómo encontró la zona gallega de la Diócesis de Astorga?
La veo con mucha vitalidad. Sobre todo O Barco, que es donde pude estar más tiempo con los sacerdotes; también A Rúa o As Ermidas. Me pareció que hay mucha vitalidad, muchos niños, muchos matrimonios jóvenes.

¿Conoció a su predecesor, Camilo Lorenzo?
Es un hombre muy bueno, que gestionó positivamente la diócesis en estos 20 años. Ha hecho  muchas obras materiales y mantuvo la realización diocesana, adecuada. 

Ya conoce As Ermidas. ¿Qué opinión le merece la labor que desarrollan sus sacerdotes?
No conozco muy en profundidad su labor, pero lo que me llega es que es muy bonita, muy sacerdotal. No solo en lo cultual, sino en lo espiritual, en el acompañamiento de personas que viven situaciones especiales. Creo que es de valorar y de agradecer.

Y el santuario, ¿cómo valora su importancia patrimonial?
Me impresionó. Me evocó mi tierra de Covadonga, salvando las distancias. Puede ser un lugar turístico por una parte, y cultural por otra, pero sobre todo, es religioso. Es un lugar de devoción, donde las personas acuden a rezar y encontrarse con el Señor. En esa línea debemos trabajar todos.

El 20 de febrero la diócesis desarrolla una jornada de la Pastoral Obrera, ¿cuál es su papel?
La Iglesia es siempre subsidiaria. Quienes deben llevar el protagonismo son los empresarios y los sindicatos. Son los que pueden facilitar el trabajo, por una parte, y por otra defender a los obreros, pero la iglesia puede ayudar con su doctrina social sobre el trabajo, que es muy rica. Sobre todo, en el principio de que el trabajo no es una mercancía. Forma parte del desarrollo integral de las personas y por lo tanto necesita ser digno y tener una remuneración justa para que las personas puedan vivir dignamente.


¿La crisis acercó a las personas a la Iglesia?
Es una crisis de valores, no solo económica. La vida humana cada vez cuenta menos, es como una mercancía que se compra, se vende, se puede quitar, poner. Si no vale la vida humana, podemos apagar e irnos de este mundo. En esta dinámica no podemos continuar. Es necesario que las personas recapacitemos, y que los políticos y quienes poseen responsabilidades tengan conciencia de que la vida humana hay que respetarla por encima de todo y que la persona tiene una dignidad inalienable que nadie le puede quitar; con derechos y deberes que han de ser reconocidos por todos.

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