reportaje

La mina que truncó 13 vidas

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photo_camera Familiares de los fallecidos, en colaboración con el Concello, instalaron una placa conmemorativa (arriba), la puerta a los restos de la mina (abajo) y una vecina que relata los recuerdos de aquel día (derecha).

Tal día como hoy, en 1941, se produjo el llamado "Desastre do Val" en Fontearcada (Os Blancos). Trece personas perdieron la vida cuando extraían wolframio de una mina de la localidad. Los vecinos recuerdan el suceso. 

La historia de la mina de wolframio de Fontearcada, en Os Blancos, se encuentra olvidada bajo la inmensa maleza que cubre el monte Cebreiro, pero permanece viva en la memoria de quienes crecieron con ella y, sobre todo, de quienes la sufrieron. Tal día como hoy -19 de septiembre- hace 77 años, Pascua Barrio Otero, vecina de esta pequeña localidad de la comarca limiana, se quedaba huérfana de padre y madre con tan sólo cinco años de vida. Juan Antonio Barrio y Delmira Otero participaban en la extracción de mineral destinado a armamento de guerra dentro de una zanja de casi 20 metros, en Fontearcada,   y junto a otras 11 personas. Era la crónica de una muerte anunciada. Un desprendimiento de tierra provocó el conocido como "Desastre do Val" y truncó la vida de 13 personas en 1941. Todas fallecieron en el acto, dos por fractura craneal y el resto por asfixia. Nadie se responsabilizó, según los vecinos, de lo sucedido.

"Eu andaba xogando por alí, preto dunha irmá da miña avoa, mentres os meus pais traballaban", recuerda Pascua, al tiempo que prepara la comida para uno de sus hijos en su vivienda de Os Blancos. "O meu pai non quería entrar na mina pero miña nai convenceuno. Sentín un estrondo terrible, rompeu a terra e desplazouse. Pillounos a todos. Co susto botei a correr e, a partir daquel momento, borróuseme todo da memoria, non souben quen me recolleu nin que pasou logo", añade la octogenaria, quien conserva algunas fotografías de sus progenitores y que fue criada entre su abuelo y una tía. No tuvo la misma suerte Pura, huérfana de madre. Y es que ella no tiene en su poder ninguna instantánea de su progenitora y, lo que más le duele, es no poder ver cómo era. "Es lo que más anhela en su vida", cuenta su sobrina, María Jesús Trigo -Susi-. "Pero la hemos tenido siempre muy presente", añade. 

Susi asegura que la hora a la que tuvo lugar la desgracia, en torno al mediodía, evitó un mal mayor, pues varias personas se encontraban en aquel momento comiendo en sus casas y descansando de una jornada laboral que, en muchos casos, superaba las 24 horas. Otros matrimonios se turnaban para no perder el sitio de la excavación, tal y como cuentan los lugareños. 

José Trigo recuerda el momento del entierro. "Mi madre me contó que se llevaron todos los féretros, los 13, juntos hasta el cementerio y en fila. Fue un día muy duro para este pueblo", explica de camino a la boca de la mina, ubicada a unos pocos metros del velatorio del pueblo de Fontearcada y en donde está situada la placa que recuerda a los 13 fallecidos: nueve de la parroquia de Fontearcada, dos de Mosteiro, y dos de Aguís, todos de Os Blancos. Algunos familiares, entre ellos el hijo de Pascua, solicitaron que se instalara este recuerdo en la memoria de las víctimas. Fue inaugurado hace dos años. 

La tragedia tuvo una superviviente, Dolores Pena. "Luego del derrumbe se vio cómo la mano de alguien se agitaba entre la tierra. Era tía Dolores, pudieron rescatarla con vida. Falleció en 1988", explica Susi. 

El escritor de Loureses (Os Blancos), Manuel Mandianes recordará en su próximo libro, el "Desastre do Val": "Hace ahora 77 años que el monte Cebreiro se tiñó de rojo, la gente del valle de Fontearcada dice que la sangre de los muertos de la Mina do Val ha subido hasta el cielo".

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