Opinión

La misma lucha el 26-N

Hay protestas de asistencia obligatoria para la conciencia como las clases presenciales para evitar el cateado a final de curso de un docente quisquilloso. Sucedió con las masivas movilizaciones contra la guerra de Irak que bendijo José María Aznar para contentar a George Bush desoyendo la opinión soberana del pueblo, con el clamor de una tierra para que "nunca máis" se repita otra catástrofe ecológica en la costa como la que provocó el petrolero Prestige o con la respuesta contundente al secuestro y asesinato de Miguel Ángel Blanco por la banda terrorista ETA.

En el Día Internacional contra la Violencia de género, que se celebra el 25 de noviembre,  se asiste sin discutir los matices ideológicos de cada cual. Más de un millar de mujeres asesinadas desde que comenzaron a computarse los datos en 2003, 52 de ellas en lo que va de año dejando 43 huérfanos a pesar de las más de 80.000 denuncias registradas hasta el mes de junio, son cifras que no permiten disimular la masacre machista. Los intentos de la fuerza de extrema derecha por retorcer su argumentario se estrellan contra la tozudez de los datos. Las manchas de sangre son difíciles de limpiar. 

La movilización de 25-N cogió a este chófer de anécdotas en León. Quizá la convocatoria no resultó tan numerosos como en las principales ciudades gallegas, según contaba La Región ayer, aunque los actos institucionales contaron con la presencia del expresidente Zapatero en una jornada en la que una leonesa fue asesinada en Tenerife. Durante la lectura del manifiesto, en la concentración vespertina que congregó a más de un millar de personas, un fulano gritó: "Eso es mentira". El murmullo lo amilanó, pero en el momento en el que se procedía a la lectura del nombre de las 52 mujeres asesinadas este curso alguien lo interpeló a gritos: "¿Esto también es mentira?". "No, eso no", respondió el tipo. El manifiesto abundó en temas que permitirían al fulano varios debates paralelos como la prostitución o los vientres de alquiler. Lo que es seguro, como advirtió hace días la valedora do Pobo, María Dolores Fernández Galiño, es que "sería un error estratégico dejar a los hombres fuera de esta lucha porque sin ellos la igualdad nunca se alcanzará". La misma lucha el 26-N. 

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