Opinión

La percepción

Suso acudió a una revisión rutinaria para consultar con su médica de cabecera el estado de la próstata con puntualidad biológica. Llevaban seis años sin verle el pelo por el centro de salud y aprovechó el reencuentro para que le examinase un pequeño bulto que le había salido en el lateral de un pecho. Lo comentó con la certeza de que no era más que un bulto de grasa como los que brotaban a diario durante la adolescencia y parte de su madurez. La doctora estimó conveniente solicitar una mamografía y una ecografía para corroborar que no revestía gravedad, como le indicaba el ojo clínico. "No me parece que sea nada, pero en los hombres también se han dado casos de cáncer de mama", comentó con una sonrisa para rebajar la preocupación que comenzaba a asomar en el rictus de Suso.

Él creyó que se pasaría meses en vilo hasta que le diesen cita para someterse a las pruebas, pero a las 48 horas ya lo estaban llamado para que se pasase al día siguiente. Su cita era a las 11.15 horas en el Hospital Abente y Lago de A Coruña. Seis minutos más tarde ya le habían hecho la mamografía. El radiólogo le indicó al terminar que aguardase en la sala de espera a que lo llamasen para la ecografía. En ese momento creyó que todo había ido muy rápido, le tocaba armarse de paciencia y sacudir el tedio avanzando en el libro que había llevado. 

A las dos páginas le avisaron para la ecografía y unos minutos más tarde el médico le comunicó que no apreciaba nada más que grasa. Salió feliz por el resultado e incluso se paró unos minutos a contemplar la imponente cúpula acristalada del hospital que resguarda un patio interior en el que hay varios sofás para el descanso.

"Me senté para hacer unas fotos, se las envié a un colega que le encanta la arquitectura y al levantarme me di cuenta de que me habían atendido en menos de una hora. Para que después digan que la sanidad está fatal, pensé mientras saludaba a los que me encontraba como si los conociese de toda la vida". Al pasar por la ventanilla que recibe a los pacientes se encontró a un hombre mayor quejándose a gritos por una consulta para varios meses después. "Seguro que me muero antes". La percepción es distinta, los dos tienen razón y nadie se manifiesta por deporte. 

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