Opinión

La persiana y el sol

Con los datos del paro sucede como con las campanas, todo el mundo las oye pero pocos entienden si doblan por una muerte o repican por un bautizo. El número de desempleados apuntados en España ha descendido en 6.280 personas en el mes de febrero, según los datos publicados ayer por Ministerio de Empleo y Seguridad Social. Quiere decir que quedan 3.470.248 desempleados que siguen haciendo cola para sellar la cartilla –la cifra más baja contabilizada desde el mes de enero de 2009, subraya el Gobierno– porque no han perdido la esperanza en el servicio o porque es imprescindible para cobrar la prestación,
En Galicia el paro registrado también ha descendido en 1.679 personas el mes pasado.

Son  23.717 trabajadores menos en esta dramática estadística respecto al febrero anterior, pero quedan 188.207 personas oficialmente desempleadas y con unas perspectivas de cambiar su situación inciertas. Uno de cada diez nuevos contratos son temporales y la precariedad laboral ya se tolera como la única manera de seguir tirando. Que haya 106.000 mujeres anotadas frente a 82.000 hombres legitima cualquier protesta femenina, sin entrar en asuntos de igual importancia como la equiparación salarial o su presencia en los puestos de responsabilidad o en los consejos de administración de las grandes empresas. 

Como en Galicia puede llover y hacer sol sin necesidad de que venga el demonio, como aseguran que sucede en Ferrol, una noticia de hace unos días del compañero Antonio Nespereira en este periódico puede resumir la situación del "impaís", término acuñado por Xavier Alcalá, un ilustre ferrolano de adopción.

"Persianas Roma se expande con la compra de la nave de T-Solar", rezaba el titular. Hay que celebrar la expansión de esta empresa ourensana que prevé invertir 2,5 millones de euros para mejorar sus procesos de producción de toldos y persianas, pero la noticia nos recuerda que el 2008 comenzó a trabajar en el Parque Tecnológico una compañía que se presentó como puntera por dedicarse a los paneles solares y al prometedor sector de las renovables, llegó a contar con más de 170 trabajadores en nómina y claudicó cinco años más tarde malbaratando 65 millones de euros en subvenciones. Los datos del empleo de momento no ciegan. 

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