Opinión

Leer o no leer

He encontrado un antiguo artículo muy interesante en internet de Javier Mestre, un profesor de instituto y escritor. En el artículo Mestre reflexiona sobre la idea de obligar a los niños a leer y si se debe hacer eso o no, obligarlos. 

Ya que él es profesor tiene bastante experiencia en eso, y cuenta varios casos reales relacionados con dicho tema, que se suceden desde hace años y siguen ocurriendo hoy todos los días en su instituto. 

Por ejemplo, una especie de motín adolescente en el que un grupo de alumnas, chicas de segundo de la ESO de 13 años, se plantaron en masa y se negaron a leer “La isla del tesoro”. Por tocho, pesado, infumable y sobre todo por incomprensible para ellas. Otro caso similar le ocurrió otra vez con chicos de 16 años con “Matar a un ruiseñor”.

Una de las agudas observaciones que hace Mestre en su artículo es sobre esa típica idea "si los obligas a leer odiarán la lectura", y dice esto: no, de eso nada, el problema es que el odio a la lectura ya lo traen de casa.

El asunto me recordó el "Método Bassat", un sistema inventado por el famoso publicista barcelonés Luis Bassat para hacer que sus hijas se aficionaran a la lectura desde pequeñas. Me lo contó él mismo que es un hombre inteligente, cordial y muy brillante, hace muchos años en unas jornadas sobre publicidad y comunicación en las que coincidimos. 

Como tantas de sus premiadas campañas publicitarias, el método de Bassat es de una sencillez y creatividad abrumadoras por su eficacia y economía de medios. Pero hay que aplicarlo con los niños desde muy pequeños, y hay que ser muy estricto con él. Estricto con el método, quiero decir. 

Consiste en lo siguiente: ¿Quieres ver tu programa favorito en la tele? (entonces no había tablets ni plays, pero eso da igual). Muy bien. Perfecto. Pues si tu programa dura una hora, tienes que leer antes durante una hora. Es decir, que si tu programa empieza a las cinco tienes que ponerte a leer a las cuatro y después ves el programa ¿de acuerdo? 

Siempre pensé que el método funcionaba porque los niños son expertos en entender y aceptar este tipo de acuerdos en plan "truco o trato" o "toma y daca". Les gustan. 

La consecuencia de aquello fue según me contó él que semanas después un día Luis entró en la habitación de su hija pequeña y se la encontró leyendo. “¡Eh! –le dijo–, ya empezó tu programa en la tele hace un rato”. La niña levantó la vista y le contestó: “Ya lo sé, papá, pero ahora prefiero seguir leyendo”. Y volvió su atención al libro.

El método tuvo su fama en los años noventa entre maestros, educadores y colegios que lo recomendaban a menudo a los padres para iniciar a sus hijos en la lectura.

En fin... leer o no leer he ahí la cuestión.

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