Opinión

Legalización de la marihuana

Los efectos colaterales provocados por confinamiento son múltiples e incalculables. Cada día, aflora algún sector doliéndose por impacto que el covid inflige en su actividad económica. A los ya evidentes, se les suman otros que pasan más desapercibidos, como el que me comenta un empresario dedicado a las maquinas de vending, secas de clientes por el cierre de centros y el avance del teletrabajo. Por el contrario, servicios considerados esenciales (Comunicaciones, Electricidad, Gas…), muestran un menor impacto negativo. A la vista de la profusión de noticias sobre las incautaciones de plantas de marihuana, pudiera parecer que la plantación de este psicotrópico también estaría disfrutando de un gran auge, motivado por el estancamiento del tráfico y desabastecimiento de otras drogas. Casi a diario, observamos como la prensa se hace constante eco de las plantaciones incautadas y desmanteladas por las fuerzas del orden, como si se tratara de una extensión del imperio de Pablo Escobar. 

En A Veiga ¡treinta plantas! de “metro cincuenta de altura y con un peso total de 160 kilos”; en Beariz pillaron “in fraganti” a un hombre cuando regaba y fertilizaba doce plantas en una finca de su propiedad; gran foto para la detención y denuncia a la dueña de una casa por cultivar dos plantas de marihuana en su balcón de Pontevedra. En fin, desconozco si la cobertura informativa dedicada a estas hazañas policiales se hace para hacerse eco de la dimensión del acontecimiento o, más bien, para cachondearse por su menudencia. 

La Comisión de Estupefacientes del Consejo Económico y Social de la ONU continúa considerando el cannabis como una sustancia tan peligrosa como la heroína. Sin embargo, muchos de sus países miembros ya cuentan con leyes que regulan el consumo del cannabis con fines medicinales (Alemania, Australia, Italia, Reino Unido, …) y, en algún caso, hasta el recreativo (Canadá, Uruguay, Holanda, …).

Repasando el informe ONU de 2016 sobre las muertes vinculadas al uso de drogas (452.000) llama la atención que más de 200.000 fueron ocasionadas por cirrosis o cáncer de hígado, relacionadas con el consumo de alcohol; 90.000, por el consumo de opiáceos; 9.000, por cocaína; 5.000 por anfetaminas, y 45.000, por otras sustancias. Ninguna referencia a la marihuana como causa alguna de muerte y eso que es la sustancia ilegal más extensamente consumida en el mundo. ¿Tiene algún sentido que los ordenamientos jurídicos occidentales prohíban el consumo del cannabis y permitan el del alcohol, a pesar del evidente riesgo que comporta? Podemos inclinarnos por dos alternativas: o prohibimos el alcohol o legalizamos la marihuana. O también, en defensa de la libertad para que cada cual haga con su cuerpo lo que desee, despenalicemos el consumo recreativo de ambas sustancias y dejemos de tratar informativamente a quien riegue su autocultivo como a Scarface.

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