Opinión

La Ley Celaá, una burrada

Una burrada porque, por desgracia, los alumnos sometidos a los disparates de la ley Celaá serán sin duda bastante más burros que los que han seguido los planes anteriores,  por mucho que esas leyes educativas anteriores, promovidas por socialistas y el PP, no hayan sido la panacea y ninguna de ellas consiguió el necesario consenso entre los dos partidos mayoritarios. 

La ideología pudo más que el sentido común, y la educación ha sido arma para lanzarse mutuamente las animadversiones, en muchos casos animadversiones personales. Sin embargo, ninguna ley ha provocado tanto rechazo como la elaborada por Celaá, contra la que se manifestaron expertos en educación, docentes y alumnos. Ha sido aprobada en el parlamento por los pelos, no podrá ponerse la ministra ninguna medalla. Incluso desde su propio partido se han escuchado voces que denunciaban la arbitrariedad de una ley que  empobrece la calidad de la educación española en  momentos en los que el mundo entero lucha por planes de estudios que permitan a los estudiantes salir del colegio, la universidad o la formación profesional suficientemente preparados para enfrentarse a un futuro que hoy es más incierto que nunca..

Esta ley es una burrada porque impide a los estudiantes españoles, a todos, tener un conocimiento profundo de su lengua,  hasta el punto de que cualquier latinoamericano escribirá y hablará nuestro idioma mejor que un español; elimina algo tan elemental en cualquier proyecto educativo o vital como el esfuerzo, porque  se podrá pasar de curso sin dificultad, sin ninguna exigencia. Es sectaria desde el momento en que obliga a asumir unos valores y principios supuestamente progresistas que en muchos casos no tienen nada de progresistas sino de imposición de criterios  propios de la izquierda recalcitrante, y se carga la educación concertada,  que no deja de ser educación pública –está subvencionada y sus planes de estudios controlados oficialmente- aunque las autoridades socialistas actuales siguen creyendo que es una educación elitista.

Esta ley lanza al mundo a estudiantes supuestamente preparados para ganarse la vida con una formación sólida, pero no resistirán la comparación con aquellos que hayan tenido la oportunidad de formarse fuera de España. Porque, entre otras razones la ley Celaá es una burrada porque promoverá que miles de familias enviarán a sus hijos a colegios extranjeros para garantizarse así que reciben la educación necesaria. Necesaria para tener los conocimientos que enriquecen a uno mismo,  y para tener los conocimientos que exigen en cualquier empresa a sus trabajadores.   Pero se tratará de miles de familias con dinero suficiente para asumir ese gasto, lo que está al alcance de muy pocos; más aún en una España con millones de ciudadanos arruinados por las pésimas políticas económicas de un gobierno pésimo. Esta ley por tanto  incrementa el clasismo, porque discrimina en función de lo abultada que sea la cuenta corriente de los padres de alumnos. Vaya engendro la ley de Isabel Celaá…

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