Leyendas de Ourense

Leyendas de Ourense | La serpiente monstruosa en Pena Trevinca

Dicen los viejos que a Lagoa da Serpe recibe su nombre de un monstruoso reptil que habita en sus aguas. Dicen, también, que la criatura es, en realidad, una joven hechizada hace mucho, mucho tiempo.

Ilustración: Guillermo Altarriba

Al ver la boca abierta del monstruo abalanzarse sobre él, el joven perdió todo su coraje. Había viajado hasta aquella laguna, perdida entre las montañas de Pena Trevinca, con un único objetivo en mente, pero ahora -dientes, veneno, muerte- aquella idea desaparecía de su cabeza, inundada por el miedo.

Recordó las historias de los viejos del lugar. “No os acerquéis al agua, ¡allí vive una gigantesca serpiente que os devoraría de inmediato!”, decía uno, dando vueltas al caldero con una cuchara de madera. “A no ser que vayáis en noche de luna llena -añadía otro, alzando la voz-, porque entonces el reptil se transforma en una preciosa joven: dicen que fue hechizada hace mucho tiempo y que busca desde entonces a un valiente varón que rompa el conjuro”.

¿En qué momento se había tomado en serio aquellos cuentos? Sí, se había marchado de Xares con el objetivo de ser él el héroe, el salvador de aquella chica embrujada. Y sí, al llegar a la laguna la había visto: blanca e inocente, desnuda y mojada sobre una roca. Ella l había mirado, como invitándole a acercarse, y él se había sentido el hombre más afortunado del mundo.

Mucho después, cuando los detalles del encuentro ya se perdiesen en su memoria, todavía podría recordar sus ojos: a la vez hipnóticos y peligrosos, con un brillo que no acertaría nunca a describir, del color del vino, del vidrio o de la espuma. “Sé que eres un varón valiente, y confío en tu coraje”, le había dicho ella: “al salir el sol, desapareceré y me convertiré de nuevo en serpiente; cuando me acerque a ti con la boca abierta, deberás escupir en ella para deshacer el hechizo”.

Los dos cuerpos pasaron el resto de la noche conversando, imaginando un futuro lejos de la laguna, lejos de las montañas. Dientes. Todos los sueños y castillos en el aire que habían construido en aquella noche de San Juan se esfumaron en el momento en que el joven vio aquellos dientes brillantes, reflejando el sol, apuntando a su cuello. No aguantó más: salió del agua pataleando y huyó a toda prisa entre las rocas.

Por culpa de su cobardía, la muchacha sigue allí, languideciendo en la laguna que lleva su nombre por culpa de un hechizo muy antiguo, liberándose de su traje de escamas solo una vez al mes. Hay quien dice que un mozo de Ponte logró triunfar allí donde el de Xares fracasó, y pudo escupir en la boca de la serpiente. Que se casaron y vivieron felices el resto de sus días, y que en la Lagoa da Serpe ya no quedan más ofidios que alguna culebra despistada.

Hay quien lo dice, sí, pero ¿quién será el valiente que se acerque al agua para comprobarlo?


FUENTES // Para escribir esta leyenda, nos hemos basado en los testimonios orales recogidos por Afonso Vázquez Monxardín -que la narra en “102 lendas e noticias lendarias” (1994)- y por Eduardo Ávila Bustillo, que transcribió la historia en 1965, según se recoge en El blog de Prada.

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