Gastronomía

Las lluvias que nos traen las setas

Pocos productos son tan agradecidos con tan poco trabajo en la cocina como las setas

Nada hay más cierto que nunca llueve a gusto de todos. Pero pocos habrán quedado insatisfechos con estas primeras lluvias de septiembre. Para la montaña ourensana es un alivio, un bálsamo que pondrá fin a la dramática oleada de incendios. Para el bosque, un regalo que nos compensará con una buena temporada de setas, ya que el otoño de los boletus, los níscalos y demás especies con las que nos podemos encontrar si hacemos una excursión en las próximas semanas depende en buena medida de estas lluvias que marcan la transición entre el verano y el otoño. 

Pocos productos son tan agradecidos con tan poco trabajo en la cocina. Desde tomarlas simplemente a la plancha, con un poco de ajo y sal, un revuelto, un arroz... Y por qué no, hasta una empanada, por ejemplo de setas con unos gambones, que resulta relativamente fácil de elaborar, no muy cara y nos ofrece un plato en el que el bosque y el mar ofrecen un cruce de sabores y texturas muy agradable.

La ventaja de las setas es que no hay, ni si quiera que ir al bosque, si no sabemos o no nos fiamos de nuestros conocimientos micológicos. El mercado está bien abastecido de setas de cultivo en cualquier época del año y casi todas son gallegas.

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