GASTRONOmÍA

Local austero y buena carne en la Vía de la Plata

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Una crítica gastronómica sobre El Roble, un restaurante situado en Tábara, Zamora

Quienes hayan hecho el camino Mozárabe o la Vía de la Plata, seguro que conocen este establecimiento, final de una de las etapas en tierras zamoranas, ya camino de Puebla de Sanabria, porque además de restaurante es albergue de peregrinos. Y también un heraldo de las tierras gallegas, porque en la entrada del establecimiento se pone una pulpeira en días de feria, para deleitar a peregrinos y feriantes con unas raciones de uno de los sabores más gallegos.

Yo también llegué allí tras una larga caminata, pero no de peregrino, siguiendo el criterio de que allí donde hay concurrencia hay buen comer.

Me gustó ese aspecto tanto exterior como interior de modesto hospedaje, con un amplio comedor situado en la primera planta, muy sobrio, casi diría menesteroso, como es el menú del día. Nosotros, al llegar preferimos algo con más enjundia y tras redimirnos con una ensalada de primero, pasamos, en mi caso, a un entrecot de ternera bien tostado por fuera, pero al punto por dentro. Mi compañero de andanzas prefirió el solomillo. Dos generosos platos en lo que al tamaño de la pieza se refiere y sin muchos ornamentos en lo que concierne a la guarnición. 

He de decir que la carne era magnífica. Tierna, jugosa, sabrosa, y bien hecha. Los postres que me cantaron al terminar el plato no me sedujeron, así que me ahorré las calorías que luego compensé al pasar por Allariz, donde merendé unos buenos almendrados.

El servicio muy correcto. Me di cuenta que en relación calidad precio, a la vista de lo que pasó por delante mientras comía, este establecimiento era mucho mejor en la carta que en el menú del día. En resumen, dentro de su modestia estuvo bien.

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