Opinión

Los buenos son más

En Galicia hay diagnosticados 63.000 enfermos de Alzheimer, según datos facilitados por el conselleiro de Política Social, José Manuel Rey Varela, durante un acto de entrega de certificados de experiencias voluntarias celebrado anteayer en la asociación Afal, encargada de gestionar el centro de día de la Xunta para estos pacientes en Ferrol desde hace ocho años. Afirmó el conselleiro que el bienestar de estas personas "depende de la sociedad", y aunque puedan sonar a grandilocuentes palabras con la finalidad de escurrir el bulto, también se le puede presuponer la intención de reconocer que el personal tiene un corazón más grande de lo que pueda reflejar el informativo de una jornada cualquiera. Son 41.239 voluntarios los que aportan "día a día su tiempo a la sociedad", añadió el titular de Política Social. 

También es recomendable abundar en que cuando surge un problema, la sociedad responde, como se comprobó con los incendios de octubre del año pasado que llegaron al casco urbano de Vigo, durante la catástrofe ecológica del buque petrolero 'Prestige' en noviembre de 2002 y en situaciones menos sonoras pero igualmente problemáticas que intentan resolver asociaciones como Cáritas, Banco de Alimentos, Protección Civil... La Xunta dispone de un portal en Internet de voluntariado en el que se detallan todas las causas en las que se puede echar una mano. Si se calcula que el 15% de los gallegos se ha involucrado en alguna iniciativa social en el último año, al menos hay 400.000 razones para continuar creyendo en esta tierra porque la solidaridad es mayor que la ciudad más poblada de Galicia. Y muchos de los que no participan no es por falta de ganas, sino por impedimentos biológicos. 

Durante las tareas de búsqueda de Andrea Domínguez, la joven ourensana ahogada en la coruñesa playa de Riazor en Semana Santa, los voluntarios de Protección Civil dieron un ejemplo formidable de tesón y humanidad. Muchos acudían directamente del trabajo a la zona de costa sin pasar por su casa para devolver el cuerpo a sus padres. La recompensa por la horas bajo el temporal era las palabras del tío de la joven que cada jornada, al caer la noche, se acercaba hasta el dispositivo para dar las gracias. Los buenos son más.

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