Opinión

Los más seguros

De entre todos los datos que manejan conjuntamente los delegados del Gobierno y los alcaldes, aquel que siembra el desasosiego de ambos a partes iguales aunque sean de partidos políticos distintos, es el de los índices de criminalidad. Si los máximos responsables militan en el mismo partido trataran de minimizarlos utilizando estrategias de dispersión compartidas. Si son de partidos distintos se echarán las culpas unos a otros porque las competencias en esta delicada materia siempre han estado en el alero. La ciudad que se ha encaramado a la cabeza de la inseguridad en 2018 es Barcelona, que gana por goleada a quienes les siguen. Barcelona, cuyo censo es de 1.600.000 habitantes, arroja una tasa de criminalidad de 120 delitos por cada mil, que es un balance terrorífico. Triplica prácticamente al de Madrid, un municipio el doble de poblado que no llega a 75 delitos por cada mil habitantes. Entre Marbella -que ocupa la segunda plaza- y la Ciudad Condal ya hay un abismo. La ciudad corazón de la Costa del Sol tiene 140.000 habitantes y roza los 85 episodios criminales por cada 1.000.

No debería haber desde luego paz para los alcaldes que han de vérselas con semejantes radiografías. En Barcelona por ejemplo, que ha roto todos los techos en esta clasificación lamentable, conviven tres cuerpos de policía distintos para una misma misión. El Cuerpo general de Policía, la policía autónoma a quien se denomina Mossos d’Esquadra y la Policía Urbana, a las que se puede añadir la presencia cada vez más residual de la Guardia Civil a la que apenas le quedan competencias. Cada uno de estos cuerpos pertenece a una administración distinta, el Estado, la comunidad autónoma y el ayuntamiento, si bien el grueso de capacidades le pertenecen al cuerpo de Mossos d’Esquadra incluyendo las de policía judicial y vigilancia de vías de comunicación encuadradas en el territorio catalán. 

Estos datos desde luego invitan a una reflexión profunda. Necesaria sin duda en función de que semejantes cifras no pueden crecer. Hace mucho que la ciudad de Barcelona no es el ámbito abierto y tolerante que clama su alcaldesa. Si repite, y sabiendo que está muy justita en formación pero es una mujer lista, yo me pondría manos a la obra a rebajar estos niveles como sea. De no hacerlo, terminarán engulléndola.

Por cierto, las ciudades más seguras de España son Gijón y Logroño. Y ambas son muy bonitas.

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