Opinión

Los otros virus

El COVID-19 forma parte de nuestras vidas. Ha irrumpido con toda su crudeza, su crueldad y su sinuosidad. En un principio se contagiaba si alguien tosía cerca de ti. Ahora resulta que se mantiene vivo en cartones, plásticos y demás material de uso cotidiano. Las mascarillas no valían para nada pero la gente se pega por tener una, cuando no recurre a las caseras. Dan de alta a una mujer e 36 años después de abandonar la UVI y fallece a las 36 horas. Afecta sobre todo a los mayores de 70 años pero también mueren personas jóvenes. El COVID-19 es un enemigo peligroso, que se embosca en donde menos imaginamos y todo esto genera otros virus que no entran en las estadísticas y de cuyo pico -el famoso pico- ni se habla.

Esos otros virus se llaman miedo, ansiedad, angustia, soledad, impotencia, incertidumbre. Esos otros virus tienen muchas caras que en un intento de que no puedan con nosotros nos agarramos a los wasaps con los conocidos y amigos, a las llamadas telefónicas y a organizar planes para cuando esto acabe. Nos damos ánimos unos a otros sin atrevernos a decir que, efectivamente, tenemos miedo, que la situación genera ansiedad por la salud de uno mismo y de quienes nos rodean. En muchas ocasiones jugamos a ser fuertes y animosos pero en nuestro fuero interno tenemos miedo y nos sentimos vulnerables, muy vulnerables.

En medio de esta pandemia silenciosa, derivada de la que ha generado el COVID-19, surgen también las enormes fortalezas que, sin saberlo, todos llevamos dentro. Las fortalezas y la bondad, esa virtud que siempre es silenciosa pero que sin ella el mundo sería un territorio absolutamente inhabitable. Estos son estos otros virus positivos que están haciendo frente al cruel COVID-19.

En estos tiempos de confinamiento nos gustaría imaginar el futuro más inmediato pero es difícil hacerlo. Hay demasiadas incógnitas sobre cómo y cuándo saldremos de esto. Son muchos los que creen, que al margen de la economía, nosotros, los ciudadanos vamos a salir siendo mejores personas, valorando más los abrazos que ahora añoramos y esas otras rutinas que, cuando nos faltan, echamos tan en falta. Aventuran que nuestros hábitos cambiarán, que daremos importancia a lo importante; en definitiva, que el COVID-19 dejara una enorme crisis económica, pero poblaciones con una mayor número de personas buenas, más solidarias, menos engreídas y endiosadas.

Todos tenemos la certeza de que, al final y con mucho sufrimiento,lograremos vencer al COVID-19. Mis dudas residen en cuanto tardaremos en olvidarnos de él para que todo vuelva a ser lo mismo, cuando todo debería ser distinto. Nosotros, también.

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