TELEVISIÓN

Luis Cepeda, el triunfito que creció sin televisión

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photo_camera El ourensano Luis Cepeda, en una gala de Operación Triunfo 2017.

El participante ourensano de Operación Triunfo no pasa desapercibido y está viviendo la cara y la cruz de un reality que le ha creado "haters" y "cepedistas" a partes iguales. Pero...¿qué hay detrás de uno de los hombres más de moda?

Saca el güisqui cheli para el personal que vamos a un guateque...". Esa letra no pasará desapercibida para nadie que viviera su juventud en los 70 y menos para el participante ourensano de Operación Triunfo 2017, Luis Cepeda. Y es que otro Cepeda, en este caso su tío Alberto, fue uno de los músicos de Desmadre 75, grupo creador de este célebre tema. 

Es obvio que a Luis Cepeda la música le viene en la sangre, aunque nadie en su entorno esperaba que acabase participando en un concurso como OT y siendo uno de los nombres más sonados y controvertidos. La sorpresa es mayúscula al saber que convivió toda su vida ajeno a la denominada "caja tonta" y que, además, no sigue el prototipo de cantante de estos realities. "Que no hubiera televisor en su casa siempre fue una firme decisión de los padres", destaca su tío Venancio Fernández. Aunque la falta de televisor y estar rodeado de músicos en la familia le despertó su carácter autodidacta, no lo explotó hasta la universidad. "Dio siempre prioridad a sus estudios, dijo que hasta que no los acabara no se centraría en la música", explica Serafín Rodríguez, uno de los colegas que irá mañana a la gala a apoyarle. 

FAMILIA MUSICAL

"El padre es un fenómeno de la música y crea sus propias guitarras, es un referente para él", explica su tío. "A él todo le viene de familia", añade. La hermana de Luis, María Cepeda, también es una maestra de la guitarra. "Y no tiene mala voz, casi mejor que la de él", afirma.

El ourensano dio el paso y fue  escogido entre los más de 10.000 participantes en los castings de OT, y ahora está viviendo la cara y cruz de las redes sociales, donde quienes lo odian por su carácter serio lo ponen a parir, mientras que los que le aman por mostrarse "tal y como es" y por una voz que les ha cautivado están volcados con él. "A la gente que no le conoce le cuesta tratar con él al principio, pero una vez que llega se le quiere mucho", dice Miguel Barreira, excompañero en Maristas. 

REINVENTÁNDOSE

"Cepeda lleva 10 años fuera de casa acostumbrado a hacer su vida fuera del núcleo familiar, no se muestra como otros concursantes, que acaban de salir de casa, creo que es algo que el público no se ha parado a reflexionar, porque todos sabemos que no es inexpresivo ni apático", explica Javier Garcés, un excompañero del la residencia universitaria en A Coruña. 

Al cura de ese centro siempre le llamó la atención la voz de Cepeda y no dudó en llevar al mismísimo Xosé Ramón Gayoso in situ para que la pudiera escuchar. Lo escuchó y no dudó en invitarle a Luar, pero él se negó."No era de ir a la tele, mira que le dijimos veces que intentara entrar en Operación Triunfo, y se reía de nosotros", relata Rodrigo Meleiro, otro de los compañeros de residencia. "Se pasaba las tardes en la habitación componiendo, tocando la guitarra y cantando", añade Meleiro. Aunque también era amante de otras artes. "Le apasiona dibujar y hacer maquetas, a mí me hacía las que me pedían en clase", asegura. 

"Me parece un claro ejemplo de que en la vida siempre hay tiempo para cambiar y hacer lo que uno desea. A diferencia de sus compañeros, que empezaron a cantar y a ir a clases de canto desde pequeños, él supo reinventarse", explica otros de sus amigos, Alejandro Zepeda.

Cepeda se trasladó a Madrid y se licenció en Diseño Industrial, cumpliendo así un  objetivo que siempre le inculcaron en su casa donde, aunque permanecen en segundo plano, son unos firmes defensores de sus actuaciones. "Solo le pido que recoja la maleta, es lo que más nerviosa me pone", confiesa su madre.

EN MADRID Y BARCELONA

En su etapa madrileña dio rienda suelta a otra de sus grandes pasiones, como es el baloncesto, jugando en el equipo de la facultad. Esta pasión había empezado en Ourense, primero en los Maristas, y después en las categorías inferiores del COB y en el ABO Pabellón. "Siempre cantaba en la ducha y era el alma del vestuario", cuenta uno de sus compañeros, Diego Fernández Casal, que destaca que "era bueno, aunque es mejor ante el micrófono". 

En Madrid, empezó a trabajar para una ONG captando clientes, algo que continuó en Barcelona. "Cantaba en la calle para atraer a la gente y tenía mucho éxito", explica Diego Fernández, que vivió con él en la ciudad condal. "No se cortaba un pelo y se ponía a cantar hasta en el metro", concluye. 

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