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Más Administración que industria

Planta de la multinacional del aluminio Alcoa, en A Coruña.
photo_camera Planta de la multinacional del aluminio Alcoa, en A Coruña (KIKO DELGADO).

El peso del Valor Añadido Bruto (VAB) de la Administración (17%) ya es superior al de la industria en Galicia (16,5%) y está 5 puntos por el encima del VAB de la industria manufacturera (12,3%). Algo va mal.

Tanto en España como en Galicia es constante la queja sobre la calidad del empleo, que tiende a identificarse con salarios bajos. Es menos frecuente, en cambio, que se profundice en las causas; incluso entre la clase política, que se supone más iniciada en este tipo de asuntos.

Si bien son varias las causas de la precariedad laboral hay una principal: la falta de industria, sobre todo en Galicia. De hecho, ni España ni Galicia cumplen la recomendación de la Unión Europea (UE) respecto a la composición del producto interno de los países: el famoso 20-20-20, que recomienda que el 20% del Producto Interior Bruto (PIB) sea de origen industrial, como ya sucede en la eurozona.

Desde Europa no hacen ese tipo de advertencias por capricho, sino porque la industria aporta una gran estabilidad a la economía y genera puestos de trabajo de mayor duración en el tiempo, más cualificados y mejor remunerados.

Los datos dejan en mal lugar a España, con un 17,7% del Valor Añadido Bruto (VAB) en la industria –Cataluña sí alcanza y supera el 20%–, y a Galicia, que ni siquiera llega al 17%. La economía de Galicia está tan desequilibrada que el peso del VAB de la Administración pública, sanidad y educación (17%) ya es superior al de la industria (16,5%) y está 5 puntos por el encima del VAB de la industria manufacturera (12,3%). El VAB, más dinámico y representativo que el PIB, es el valor final de la producción menos el valor de lo que se ha utilizado para producirla, de modo que el PIB sería el producto de sumar el VAB a los impuestos indirectos netos.

Galicia, por el contrario, triplica los niveles de industrias contaminantes que le correspondería tener por su nivel de PIB; es decir, de la poca industria que tiene una parte importante es altamente contaminante y, en buena lógica, está abocada a reducirse debido a las políticas de sostenibilidad consensuadas en Europa.

Si Galicia no toma ya medidas para reindustrializarse no solo mantendrá su actual precariedad salarial sino que perderá parte del empleo industrial ligado a empresas como Naturgy, Ence, Repsol, Alcoa o Endesa, altamente contaminantes y de futuro incierto.

La lucha titánica por mantener el empleo en Alcoa –comprensible localmente– carece en el fondo de recorrido, del mismo modo que los intentos de mantener las centrales de Meirama o de As Pontes o la planta de Ence en la ría de Pontevedra. El famoso 20% en la industria que recomienda la UE no se alcanzará en Galicia manteniendo todo lo que hay, sino haciendo crecer su escasa industria manufacturera. Para Galicia el reto es el doble que en el conjunto de España, donde ya es de por sí preocupante, como suele poner de manifiesto en todas sus intervenciones Antonio Garamendi, el presidente de la CEOE.

“Defendemos que debe haber un plan de reasentamiento de la industria, que fomente el crecimiento”, dice Garamendi, cuya cultura industrial vasca resulta ahora estimulante para el discurso de la gran patronal española. Mientras, es frecuente ver al conselleiro de Economía, Francisco Conde, actuar de bombero apagando los fuegos que se le encienten en las industrias contaminantes y en otras que ya no son competitivas, pero hablar de futuro no pasa por aferrarse a Alcoa ni a Ence, sino por propiciar el desarrollo de una industria ligada a los procesos tecnológicos y a la innovación, lo que también exige una mejor formación profesional.

@J_L_Gomez

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